Fascismo europeo y fake news bolivianas
Luciano Neri Leí una noticia falsa que algunos medios de Bolivia han vendido como realidad en los últimos días. Me refiero a la propuesta habitual del habitual parlamentario europeo de extrema derecha Hermann Tertsch, perteneciente a Vox, el grupo de extrema derecha racista española, que nomina a Janine Áñez al Premio Sájarov. Esto no es noticia, construida solo para engañar a los bolivianos y hacer propaganda para la extrema derecha. Para todos es claro que nunca se entregará un premio, establecido para la defensa de la libertad de pensamiento, a partir de una propuesta hecha por un partido neofascista e irrelevante como Vox, a una persona como Áñez que ha perseguido opositores y reprimido la libertad, haciéndose corresponsable del asesinato de personas inocentes que protestaron contra el golpe y exigieron el retorno de la democracia. Incluso en Europa conocemos los mensajes racistas publicados por Áñez en los que se define a los indígenas como salvajes no aptos para gobernar. Vox es un grupo inexistente en el Parlamento Europeo: 3 de 704 parlamentarios, 0,4%. Ha sido apodado el «grupo tambor», hace ruido pero está totalmente vacío por dentro. Ermann Tertsch es conocido solo por ser uno de los exponentes más feroces de la extrema derecha europea e hijo de Ekkerard Tertsch, jerarca nazi, colaborador de Hitler y exponente de los escuadrones criminales nazis de las SA en la década de 1930 y de las SS a partir de entonces. Y también es conocido por sus ofensas contra el papa Francisco. Este es el perfil del «compadrito de juerga» de Arturo Murillo, con quien aparece en diversas iniciativas y ruedas de prensa. Luego de la solicitud del Premio Sájarov a Áñez, quizás la próxima iniciativa de Tertsch en defensa de su «cazador de masistas» Murillo sea denunciar ante la Corte Internacional a los jueces estadounidenses que arrestaron a Murillo por corrupción y a los de Bolivia que pretenden juzgarlo por sus crímenes. Y tal vez Tertsch también nomine a Murillo para el Premio Sájarov. Para el próximo año. La credibilidad política de Hermann Tertsch es equivalente a la credibilidad periodística de Entrambasaguas. Su peso político o periodístico en Europa es nulo. Cero, lo mismo de un escupitajo en el desierto. No. No se otorgará ni hoy ni nunca ningún premio Sájarov a una racista boliviana sobre la base de una propuesta de un extremista franquista de la derecha racista española. Sería un golpe no para Bolivia, sino para el Parlamento Europeo y su residual credibilidad. Pero todo esto a Página Siete y a la corporación empresarial de medios no le importa. Para ellos, el objetivo no es la noticia, sino la propaganda, el interés económico y el poder. Por tanto, la cuestión no es por qué un exponente de la derecha racista y neofascista europea apoya a la derecha racista y neofascista boliviana. La pregunta es ¿por qué un hecho y una noticia que no existe en Europa son transformados por algunos medios en noticia real y hecho político real en Bolivia? Porque hay periodistas (¿periodistas?), que mortifican su rol profesional para desentonar en las máquinas de discos que, por una tarifa, cantan la canción que les pide su jefe emprendedor y/o político. Porque la información es administrada por «editores impuros» que operan en abierto conflicto de intereses. Una corporación de medios emprendedora cuyo objetivo no es informar, sino hacer negocios, hacer política y conquistar el poder. Una corporación empresarial que posee el sistema de información de un país es un peligro real para la democracia y una contaminación de los procesos políticos, sociales y electorales. Y esto es un riesgo en todas partes, en Bolivia como en Italia. Por ello, asociaciones y periodistas de diferentes países están trabajando en conjunto para poner en marcha «La Agencia de Noticias Eurolatinoamericana», una red que permite a los ciudadanos de ambos continentes estar más informados, que salva la verdad de los hechos de las mentiras de los monopolios neoliberales de las corporación mediática empresarial. Los mismos que acaparan también el sistema de información, decidiendo la agenda política y poniendo en riesgo la convivencia y los sistemas democráticos. No podemos permitir todo esto. Todo esto tiene que acabar. No se puede permitir que los potentados económicos maten el sistema de información para doblegarlo en beneficio de sus ganancias especulativas. Los privilegios de unos pocos, los “editores impuros” y el conflicto de intereses no pueden borrar el derecho a la información como derecho fundamental de cualquier ciudadano en cualquier país democrático del mundo. El autor es Presidente del Centro Relazioni Internazionali. Correo: presidente@cenri.it
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