Oficios/Pasiones/Paradigmas/Alternativas
Carlos Bleichner Delgado Creo que cuando te apasionas por tu oficio/trabajo; empiezas a leer el mundo en la clave de tu oficio. No sé si TODOS los oficios te ofrecen esas dimensiones. Pero me animo a decir que, si un oficio no te concedió estas percepciones; capaz no profundizaste lo suficiente en él. Amo leer el mundo en clave actoral. Sé que pasa lo mismo con la psicología, la arquitectura, la música, la política, el tenis. ¿Cómo será leer el mundo en clave gastronómica? Dan ganas de aprender de todas esas profesiones para degustar un mundo más amplio. Me apasiono tanto con el paradigma actoral que vamos construyendo y experimentando en la vida; que escribo columnas sobre ello. Son como cartitas de amor a ese paradigma. Pequeñas confesiones, a veces algo prematuras. Arrebatos. ¿Qué haríamos sin esos arrebatos de amor? ¿Qué haríamos sin ese deseo? ¿Qué haríamos sin esa hambre de seguir investigando/experimentando/compartiendo? Morir. Amo la tragedia. Es bellísimo que nuestros oficios sean de vida o muerte; aunque no lo sean. Esa hambre con la cual anudamos cuentos que poetizan nuestros vacíos, es nuestro motor. Qué revolucionario jugar con fuegos. Ahora bien. En nuestros desenfrenos, de repente encontramos claridades tan lúcidas que empezamos a creer que son dignas de imponerse. No por mala onda; sino con las mejores de las intenciones. Ahí hay un problema. Jodido y rico. Trágico. No quiero imponerme. Y también reconozco que cuando te tocan los huevos es más que saludable y placentero devolver el sopapo. No se trata de ser buenudo o políticamente correcto. Unos buenos gritos pueden ser los mejores maestros. Al entrenar actuación nos vamos dando cuenta de la complejidad y belleza de esto. Cuando entrenamos actuación, no sólo asumimos personajes/roles con otros modos de pensar/habitar/leer/comprender el mundo. Cuando actuamos jugamos con las tensiones que implican las creaciones. “La escena es un campo de tensiones”, dice Guillermo Cacace. En consecuencia, habitar una escena equivale a jugar con los conflictos de los personajes, así como con el campo compositivo que clama una escucha grupal para no ser monopolizado por un solo individuo imponente; o varias individualidades que se disputan un protagonismo egocéntrico. ¡Qué jodido afinar esa escucha! ¡Qué apasionante! Sobran obras individualistas. Sobran conflictos políticos que tienen como génesis el enaltecimiento del culo propio. Necesitamos cambios. Cuando escribo estas columnas, trato de compartir alguito de lo innombrable de la tarea actoral. Por supuesto que sería mejor actuar que escribir; pero encuentro una paradoja (tensión) digna de sostenerse (por ahora) en este trabajo. Si me preguntas cómo relacionar estas cosas con algún conflicto puntual, seguro que me encantará hacer la tarea de traducir nuestro paradigma actoral para actuar/encarnar posibles encausamientos al conflicto en cuestión. PERO esto no quiere decir que funcione; tampoco quiere decir que estamos hablando de “el paradigma”. En vez de pensar en funcionalismos, decido enfocar en operaciones situadas; en algún caso servirá mucho asociar estos contenidos actorales y en otros será irrisible. En suma, creo que se trata de simplemente producir alternativas. Ante la insatisfacción (introduzca aquí algo que lo deje insatisfecho) podemos quejarnos, podemos adormecernos, podemos echar la caca al otro, podemos producir/probar alternativas, o hacer un mejunje con todo esto. En estas columnas quiero compartir la manera en la que entrenamos actuación. Nuestras búsquedas, nuestros cuestionamientos, nuestras militancias. Este modo de concebir y practicar la actuación es un intersticio, como lo concebía Marx y se expone en Estética relacional de Bourriaud: “El intersticio es un espacio para las relaciones humanas que sugiere posibilidades de intercambio distintas de las vigentes en este sistema, integrado de manera más o menos armoniosa y abierta en el sistema global. (…) crear espacios libres, duraciones cuyo ritmo se contrapone al que impone la vida cotidiana, favorecer un intercambio humano diferente al de las “zonas de comunicación” impuestas”. Todes, tenemos el potencial de crear intersticios donde podamos escindirnos de las mierdas que nos rodean. De las imposiciones. De las costumbres. De los ritmos. Pienso que cuando a un psicólogo le apasiona su trabajo, lee todo en clave psicológica, un matemático encuentra números escondidos en lugares inesperados, una cocinera conoce el sabor de su esposo… Nuestras profesiones/ocupaciones pueden ser más que un título u ocupación. Tienen potencial de paradigmas. Lo rico de la actuación es que te descubres como un comodín. Somos múltiples, nuestras identidades no están definidas. Las ponemos en crisis. Qué sublime tomar este desafío. Si juzgas al personaje que encarnarás, te alejas de él. Entonces mejor acercarte. Habitarlo. “El arte contemporáneo desarrolla efectivamente un proyecto político cuando se esfuerza en abarcar la esfera relacional, problematizándola.” (Igualito, de Estética relacional). El autor es actor.
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