García Linera con Telam: «Vivimos un tiempo de desgarramientos del orden mundial»

Por Bernarda Llorente / AGENCIA TELAM/ Buenos Aires.- El exvicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera, uno de los pensadores más agudos de la izquierda latinoamericana, caracterizó al mundo que dibuja la pospandemia como «un tiempo de ocaso» repleto de paradojas, y advirtió que los gobiernos progresistas de la región «están obligados a asumir retos más audaces». «El tiempo que estamos viviendo es un momento singular. Por una parte, se han manifestado un conjunto de límites, de contradicciones, de desgarramientos del orden mundial planetario vigente. Pero a la vez no se han abierto, con ímpetu radiante, opciones, alternativas, a esto que viene ya agotándose», planteó. Por videoconferencia entre La Paz y Buenos Aires, abordó con audacia cuestiones complejas que generan polémica, como el cortocircuito entre extractivismo, desarrollo y cambio climático, y, además, propuso una batería de medidas concretas para las administraciones de cuño progresista. «La singularidad de estos gobiernos es que están enfrentando la peor crisis económica de los últimos 100 años», argumentó. Nacido en Cochabamba, en el seno de una familia a la que definió como de «clase media» en lo cultural y «clase baja» en lo económico, García Linera viajó a México antes de cumplir los 20 años para estudiar en la UNAM del país azteca y, a su regreso a Bolivia, se vinculó con las comunidades campesinas y mineras. Luego sería uno de los fundadores del Ejército Guerrillero Túpac Katari, experiencia de lucha insurgente por la que fue detenido, torturado y trasladado a una cárcel con prisión preventiva y sin sentencia, donde estudió Sociología de manera autodidacta. Salió en libertad en 1997 y, tres años después, conoció a Evo Morales, en el marco de la llamada «Guerra del Agua». Hoy tiene 59 años, una de las bibliotecas más grandes de Bolivia y lleva editados, como autor o coautor, más de una decena de libros. Como parte de un listado propositivo para la gestión de la crisis, el intelectual boliviano destacó la necesidad de un impuesto a la banca que avance en una matriz impositiva progresiva, tanto como un acuerdo regional para una «reforma energética» basada en la explotación del litio y el desarrollo de «industrias encadenadas». En su análisis de la nueva oleada progresista en América Latina, que en los últimos meses sumó los triunfos de Gabriel Boric en Chile y de Xiomara Castro en Honduras, el autor de «La potencia plebeya» advirtió que «el viejo mundo del libre mercado se resquebraja» aunque «sigue vigente», mientras surgen opciones que buscan sustituirlo. Y en ese sentido subrayó: «Es un neoliberalismo retrógrado, anacrónico, autoritario, vigilante, que quiere vivir del pasado. Y que dura poco». Para García Linera, «el nuevo progresismo ha afincado más su victoria en la movilización electoral que en la movilización callejera. Y eso establece ciertas características de esta nueva oleada, abre puertas y cierra otras: es un progresismo que ya no viene de la mano de líderes carismáticos, sino con líderes políticos moderados que están respondiendo a las nuevas circunstancias«, razonó en diálogo con esta agencia. «Las circunstancias van a llevar o van a obligar gradualmente a los liderazgos a tener que asumir una serie de transformaciones más radicales, porque el costo social de la crisis económica y la crisis médica es demasiado grande», vaticinó en lo que él mismo presentó como su principal hipótesis de trabajo para los dilemas del progresismo y las encrucijadas del presente en la región. -En esta pospandemia, en un mundo más concentrado e injusto, ¿cuáles son las bases para una perspectiva progresista? -El tiempo que estamos viviendo es un momento singular. Por una parte, se han manifestado un conjunto de límites, de contradicciones, de desgarramientos del orden mundial planetario vigente. Pero a la vez no se han abierto, con ímpetu radiante, opciones, alternativas, a esto que viene ya agotándose. Es un tiempo de ocaso, no un tiempo de amanecer. Es la paradoja de este momento. Las cosas no están funcionando bien, los antagonismos nos están desgarrando, pero no logramos visualizar lo que pudiera sustituirlo. El viejo mundo del libre mercado, del libre comercio, del Estado mínimo, de la ausencia de derechos sociales y despreocupación por la desigualdad, se resquebraja por todos lados. Y sin embargo sigue vigente: en las instituciones conservadoras, en el Banco Mundial, en el FMI, en el consenso de que, en el mundo, la globalización es lo más importante. Aunque comience a mostrar signos de ocaso, de debilitamiento, no sabemos qué cosa va a sustituir ese mundo. Sabemos de dónde venimos, de dónde estamos saliendo, pero no logramos eslabonar qué horizonte nos espera. Este es un momento muy complicado, de carencia de alternativas globales a la globalización, aunque América Latina ha hecho renovados esfuerzos por mostrar un camino. Pero ese esfuerzo no se irradia mundialmente y, a su vez, tiene contratiempos: avanza, retrocede, avanza, retrocede. Y en este tiempo liminal de certidumbres quebradas, de horizontes de previsibilidad del futuro mutilados, comienzan a surgir múltiples propuestas. El progresismo es una de esas propuestas. Pero ha tenido una contraparte con el surgimiento de propuestas neoliberales y ultraconservadoras, autoritarias. Nadie sabe con certeza lo que vendrá y van a surgir múltiples opciones de sustitución y de reemplazo, ninguna de ellas dominante, irradiante ni hegemónica, sino en pugna. Y así vamos a tener que vivir varios años hasta que alguna de las opciones pueda sustituir hegemónicamente a este ocaso del neoliberalismo. Esta disputa sobre el nuevo horizonte de época tendrá que dilucidarse en 5, 10 o 15 años, porque la gente no puede vivir indefinidamente en incertidumbre. Hoy el progresismo latinoamericano es una más de las opciones que en debilidad pugna por sustituir el horizonte neoliberal. No tiene la suficiente fuerza para imponerse, pero tampoco es lo suficientemente débil para desaparecer. Crisis e interrogantes -Usted prefiere no hablar de ciclos sino de olas, porque son más breves. También dice que los nuevos líderes progresistas de América Latina no surgieron de grandes movilizaciones y los define como líderes moderados. ¿Ese tipo de liderazgos debe profundizar alguna de sus acciones o es un proceso que, en el futuro, traerá nuevas políticas? -En América Latina surgió un debate sobre cuál

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