Galo Amusquivar Entre muchos de los argumentos de los grupos antivacunas en Bolivia, que intentan manipular a las personas para que no acudan a los puntos de vacunación, se manifiesta que las vacunas serían experimentales y conforme el Parágrafo II del Artículo 44 de la Constitución Política del Estado, ninguna persona será sometida a experimentos científicos sin su consentimiento; por lo que en el presente artículo, analizaremos y destruiremos este postulado; y otros que son mucho más descabellados. En primer lugar, las vacunas que ahora están siendo utilizadas (Pfizer-BioNTech, Oxford/AstraZeneca, Ad26.CoV2.S de Janssen, Moderna y Sinopharm) por los distintos niveles de gobierno, fueron validadas por el Organización Mundial de Salud – OMS, muchas de ellas desde diciembre del año 2020; para que ingresen en la etapa de vacunación, tuvieron que seguir por un conducto bastante riguroso, puesto que la OMS al incluirlas en su lista y recomiende su utilización, tuvieron que basarse en todos los datos disponibles de calidad, seguridad y eficacia, utilizando los datos de los ensayos clínicos –esta es la fase de experimentación–, los procesos de fabricación y control de calidad. El Ministerio de Salud y Deportes, en el marco de sus atribuciones debería informar lo siguiente: que para la fabricación de estas vacunas, se utilizó tecnología que para su desarrollo son novedosas, pero no son nuevas, como en todo proceso de análisis, se reformuló, reutilizó y se redirigió investigaciones que ya se contaba para otras enfermedades; en la actualidad ninguna de las vacunas señaladas anteriormente, son experimentales, porque todas superaron la fase de experimentación; estas fases –remarcando que las vacunas deben pasar por un proceso riguroso antes de ser lanzadas para su aplicación masiva– son las siguientes: exploratoria, pre clínica, clínica, revisión regulatoria, manufactura y control de calidad. La fase de experimentación sucede en la fase pre clínica, en la que se analiza la vacuna en los distintos laboratorios y cómo se llegaría a aplicar la misma; para esto se utilizan animales como sujetos de experimentación, con variables de prueba y error, se reformula la dosis, se modifica la formula y se corrige la aplicación, repitiendo y reiterando una tras otra el experimento; así mismo, se analiza la respuesta que se tiene para la protección mediante anticuerpos, cuando la formula y las pruebas superan esta fase, se la llama candidato a vacuna y pasa a la fase clínica, que es un estudio mucho más experimental, en la que no se parte de cero, puesto que se cuenta con toda la información de la anterior fase, esta etapa es esencial para su fabricación. En la fase clínica, se evalúa al candidato vacunal: cómo interactúa el organismo y su respuesta inmune, los síntomas, los efectos adversos, las contraindicaciones, etc., en esta fase se tiene 3 sub fases: pequeños grupos de personas que reciben la vacuna de prueba; posteriormente el estudio clínico, en la que se amplía la vacuna y se administra a personas que tienen diferentes características (edad, salud, sexo); y por último se administra a miles de personas y se comprueba su eficacia y seguridad. Todas estas fases son de experimentación y son aprobadas por los organismos de control y prevención de enfermedades de los distintos países, que son supervisados por la OMS. Una vez que pasa por este conducto, el candidato vacunal se convierte en vacuna y se realiza el papeleo y los procesos para su autorización. Superada la fase clínica, la vacuna pasa a la revisión regulatoria, manufactura y control de calidad, que permiten valorar la eficacia y seguridad del candidato vacunal, como ha sido el caso de todas las vacunas autorizadas hasta ahora. Es así que ninguna de las vacunas que se están aplicando en la actualidad son experimentales; lo único cierto es que gracias a la experimentación y al proceso científico que permitió su desarrollo, es que ahora se las puede utilizar para disminuir la mortalidad de las personas a causa de la COVID-19. Ya que destruimos el argumento que las vacunas son experimentales, tocará analizar, otro argumento de los grupos antivacunas, en la que señalan que existe un plan maquiavélico de insertar en el organismo un nano chip de control, vigilancia y supervisión. Si las personas en este momento estuvieran conducidas por un nanochip de control, que permitiera que sus acciones fueran manipuladas, estaríamos hablando de una tecnología a gran escala, con un alto nivel científico y un costo demasiado elevado; además sostienen que estos dispositivos estuvieran siendo introducidos con las vacunas, lo cual parece que raya toda lógica de razonabilidad; hay que aclarar que la única manipulación, parte de quienes dirigen los grupos antivacunas, puesto que desean llevar a miles de personas, con argumentos falsos e inventos de ciencia ficción, sin ninguna prueba científica que contrarreste la no vacunación, a la irresponsabilidad colectiva. Por último, la vacunación masiva no es la única política pública que debería ser resaltada por el Ministerio de Salud y Deportes; siendo necesario analizar todas las políticas integrales de salud, las cuales tienen que ser reformuladas y replanteadas, el nivel central del Estado tiene que asumir de manera urgente el cambio, para esto es necesario que exista una verdadera transformación y se fortalezca el Sistema Único de Salud y la gratuidad en todos los servicios y prestaciones, rompiendo con todas las roscas y las élites salubristas, si no se actúa a tiempo, nos encontraremos en un escenario parecido al de justicia, que a pesar de las distintas ofertas propagandísticas del Ministro de Justicia y Transparencia Institucional, de llevar adelante una verdadera transformación en la justicia, solo generó falsas expectativas, demostrándonos mayores errores que aciertos, esto sucede cuando se tiene a la cabeza de la transformación de la justicia, –a diferencia del Ministro de Salud, que se nota que tiene bastante solidaridad y sensibilidad con la problemática– a una persona ligada a intereses clérigos, con un pensamiento fundamentalista y un vendaje sobre sus ojos. NO VACUNARSE ES COLOCAR EN RIESGO A NUESTRA FAMILIAS Y NUESTRAS COMUNIDADES, NO VACUNARSE ES UN ACTO DE IRRESPONSABILIDAD. El autor es es analista