La universidad debe volver a ser y hacerse pueblo

Alina Amurrio

La Universidad pública boliviana no se percata en términos reales de la magnitud de su crisis, una crisis que trata de ser ignorada por las autoridades y dirigencias.

La decadencia de la dirigencia Universitaria dentro la última década, ha evidenciado un “estudiantado” ausente de su realidad sociopolítica. Que no cuestiona las decisiones asumidas sobre su estamento; que se doblega fácilmente ante el poder. Los postulados del Manifiesto Liminar de Córdoba de 1918, del Decreto Ley de 1930 en Bolivia y de la llamada Revolución Universitaria de 1970, quedaron en el olvido. La Autonomía pasó a ser el caballo de Troya de la corruptela organizacional dentro las universidades del sistema público del país.

Los acontecimientos lamentables y con saldos fatales, que tuvimos que lamentar el pasado año, acaecidos en la Universidad pública boliviana, no es nada más, que el reflejo de esa dirigencia corrompida y apolítica. Es inaceptable negar que en la actualidad las dirigencias de Centros de Estudiantes, FULes y la misma CUB, con contadas excepciones, actúan entorno a intereses personales y sectarios. Esto es reflejado en el rechazo del sector estudiantil a las “dirigencias”, un ejemplo de ello es lo que sucedió en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, en el año 2019, en la que el Nulo duplico con 10. 064 votos al primer frente más votado Dale U, con 4.867 votos. Una clara muestra de rechazo de los universitarios a la elección de su representación. La pérdida de confianza y fe en las dirigencias es un factor común que está presente en todo el país. Y es manifestado a través de medios formales como el voto, y de medidas de protesta.

En diversas casas de estudios superiores públicos del país, a partir de esta realidad, núcleos de estudiantes se organizaron y tomaron acciones en relación a la situación de las dirigencias universitarias, mas, estas surgentes organizaciones de estudiantes fueron y son acalladas y reprimidas por las mismas autoridades de las Universidades, a quienes les interesa tener dirigencias serviles y dóciles que actúen en torno a sus intereses. Un ejemplo de ello es lo que sucede con el caso de los denominados “dirigentes dinosaurios”, entiéndase que no se hace referencia a la edad, sino quienes por diversas razones se han mantenido en las dirigencias de FULes por más de dos gestiones, uno de esos es el emblemático caso de Max Mendoza, ex dirigente de la CUB, que hace pocos meses se encuentra con detención en la cárcel de San Pedro, y hace un par de días informaron por medios nacionales que se defendería en libertad, ante la querella que recae en su contra, gracias a la colaboración del diputado de Comunidad Ciudadana, Ingvar Ellefsen, quien certificó a Mendoza de ostentar un cargo en un instituto (en proceso de comprobación de su existencia) en la ciudad de La Paz, sin embargo, no existe el panorama claro de los demás casos que fueron denunciados, como el de Álvaro Quelali (UMSA), denunciado en reiteradas ocasiones por estudiantes y que fue reconocido como FUL por el rector Heredia, pese a haber perdido la última elección para la renovación de la dirigencia estudiantil. Otro de los casos es de Ubaldinho Ramírez (USFXCH), que fungía funciones paralelas de administrativo y dirigente en la Universidad, cuenta con numerosas denuncias y demandas en su contra en instancias legales. Los mencionados, son reconocidos como los más cercanos a la ex dirigencia de Mendoza. La lista de implicados de FULes a nivel nacional en actos irregulares es cuantiosa y debe exigirse una investigación inmediata.

El escudarse en la Autonomía Universitaria, es el camino que han tomado estas dirigencias corrompidas, mencionan la Autonomía y el respeto a ella para que no se investiguen hechos irregulares, pero esa Autonomía es vulnerada cada vez que se cometen abusos contra estudiantes, que se acallan y se desconocen Centros de estudiantes, que se lapida políticamente a quien no comulga con sus ideas. En la Universidad ya no se debate, se golpea.

Una de las causas de la falta de ética y compromiso hacia el estamento estudiantil por parte de las dirigencias, se puede explicar en el proceso de desideologización del en otrora “movimiento universitario”. El proceso de construcción programática para mejorar las condiciones sociales, académicas, económicas del sector universitario ya no existe, la cantidad de fiestas y el deslumbrante prebendalismo se imponen en las elecciones. No se debaten las necesidades de los estudiantes, que cada vez, sin darse cuenta son víctimas de la pérdida de derechos y conquistas históricamente combatidas. Cuando se asume debate político en las instancias donde se debe hacer, se emplea un constante ataque a quien lo realiza, se nombra “masista” a quien asume posiciones contrarias a las dirigencias, como si ese término fuese un insulto. La poca lectura histórica de las dirigencias no les ha dejado divisar que justamente la Universidad pública se ha caracterizado por ser un espacio de debate en el que diversas corrientes ideológicas confluyeron. Que el pertenecer a un partido político no te quita la “autoridad, ni credibilidad” de ser dirigente universitario, que del mismo modo el ser militante de un partido opositor al MAS, no brinda superioridad moral, ni autoridad ética para desprestigiar a los universitarios que militan en el MAS, con trayectoria dirigencial en la universidad. “La culpa de todo en la Universidad la tiene el MAS”, es el discurso que usan de campaña algunos aspirantes a la dirigencia universitaria, que irónica e hipócritamente enarbolan un discurso antimasista y al mismo tiempo buscan respaldo político y apoyo económico del partido de gobierno y sus instancias administrativas y que lamentablemente en algunas ocasiones lo consiguen.

La lucha dentro las universidades es un hecho, un camino que se debe andar, a pesar que sean escasos los regocijos de victoria y constantes los dolores de la derrota. La universidad del sistema público debe volver a ser y hacerse pueblo. Es decir, responder a las necesidades del pueblo, a partir de innovaciones tecnológicas, producción académica e intelectual, dar respuestas a los requerimientos de los nuestros.

El campo de debate a nivel ideológico y programático en el estamento estudiantil en la Universidad, ha desaparecido. Las Asambleas (una conquista estudiantil) perdieron su horizonte de reivindicación de defensa y lucha por los derechos estudiantiles se redujeron a espacios de amedrentamiento, matonaje y concurso de barras. En el que sale victorioso quien mejor grupo de choque contrata. Las Asambleas como espacio de terror a la oposición de las dirigencias corrompidas se naturalizaron, a tal punto, de que la muerte de cinco universitarias en la Universidad Tomas Frías de Potosí, a inicios del mes de mayo de la pasada gestión, tuvo impacto mediático un par de días, hasta que el circo amarillista en torno al conflicto universitario desapareció en los medios, no se investigó más y las Asambleas del Terror se fueron desarrollando con normalidad en distintas ciudades del país.

¿Qué hacer frente a la crisis Universitaria? Las soluciones, como las causas, de dicha crisis son diversas, sin embargo, se debe apelar a la organización consciente de estudiantes de base, cuyos derechos son los mas afectados. La Reforma Universitaria es una necesidad inminente en el país. Son nuevos tiempos, en los que el momento histórico demanda nuevas banderas de lucha al movimiento universitario.