El capítulo energético no es el menor de lacrisis y dentro de él la historia del gasoducto Nord Stream 2 (NDS2) construido bajo el mar Báltico es una suerte de síntesis tanto de la influencia rusa en occidente, de la dependencia energética de Europa, de las drásticas divisiones que atraviesan a los aliados, de la injerencia de Estados Unidos y de los entramados en los que los mismos dirigentes de la Unión Europea están metidos.
Para este invierno, la Unión Europea garantizó los suministros de gas gracias a los acuerdos con proveedores LNG (gas natural licuado, siglas en inglés) de Estados Unidos. Ello convirtió a los estadounidenses en los primeros exportadores mundiales durante dos meses consecutivos, enero y febrero 2021.
El gasoducto le hubiese permitido a Rusia multiplicar por dos los volúmenes de gas exportados a Europa mediante una pipe-line en el mar Báltico, sin pasar por Ucrania (fue el caso de Stream 1), y cuyo punto final es una terminal situada en Alemania, país que depende en un 55 por ciento de los suministros de Rusia mientras que el porcentaje de dependencia de Europa se sitúa en un 40 por ciento.
Nació como proyecto en 2015 con el propósito de incrementar el paso del gas sin que esto dependiera de los problemas que se planteaban en Ucrania, particularmente el desvío del gas ruso por parte de Kiev sin pagar el costo del suministro. Ello generó una gran crisis energética en 2009 cuando Moscú cerró las válvulas durante dos semanas.
El primer país perjudicado fue Ucrania. El nuevo trazado del gasoducto privó a Kiev de los 2 000 millones de dólares que Gazprom le pagaba anualmente. Contrariamente a Estados Unidos, los europeos evitaron, hasta ayer, darle al nuevo gasoducto un perfil político. Con ello alejaban la posibilidad de que, en caso de crisis con Rusia, Nord Stream 2 sirviera como palanca política más allá de la comercial.
La Casa Blanca siempre optó por una postura contraria y en numerosas ocasiones evocó la clausura del gasoducto aun cuando ninguna empresa de Estados Unidos entró en el capital de su construcción. NDS2 está listo desde octubre de 2021 pero su funcionamiento depende de que Alemania y la Unión Europea lo certifiquen.
El enemigo más decidido de Nord Stream 2 es la Casa Blanca. Cada vez que se produjo una crisis o que hubo tensiones entre Europa y Rusia, Estados Unidos se metió en el juego para cortarle las alas a NDS2. Fieles a su política de la sumisión, Washington le propuso a Europa su gas líquido a cambio del ruso y usó esa carta para dividir a los europeos y alejarlos de Moscú.
El gas estadounidense es mucho más caro. Contrariamente al que llega a través de un gasoducto (el ruso), ese gas necesita volverse líquido, transportarse por barco y luego todo un proceso de regasificación.
Ninguna solución, rusa o estadounidense, garantiza la libertad energética de los inviernos europeos. Dependerán siempre de Rusia, Estados Unidos, Qatar, Noruega, Argelia o Azerbaiyán. El aliado energético más barato y cercano era Rusia. Los conflictos cruzados, las argucias de la Casa Blanca, las maniobras de Vladimir Putin y la ausencia dramática de una política común europea pusieron a los países de la Unión Europea ante un dilema sin otra solución que la dependencia con otro rostro.
Fuente: Al Mayadeen Español