El Reino Unido planea entregar proyectiles de uranio empobrecido a Ucrania, un tipo de munición que ha sido utilizada por Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Yugoslavia, Irak, Afganistán y Siria. Según funcionarios británicos, las armas son seguras, pero la evidencia dice otra cosa.
El 25 de marzo, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, dijo que no cree en las garantías de Londres de que las municiones de uranio empobrecido no causarán ningún efecto en la salud. «Por supuesto, equivalen a un arma de lo más peligrosa», apuntó el mandatario.
Por su parte, el jefe de las tropas de Defensa Radiológica, Química y Biológica de Rusia (RCBD), Igor Kirillov, coincidió con Putin y predijo que el uso de las armas «causaría un daño irreparable» a la salud de los soldados y a la población civil por igual. Esto porque los compuestos del uranio empobrecido pueden permanecer en el suelo y afectar a las personas, los animales y el medio ambiente durante muchos años.
Concretamente, casi todos los países en los que ha sido utilizado el uranio empobrecido han informado un aumento de enfermedades mortales, incluidos cánceres, accidentes cerebrovasculares y defectos de nacimiento. En Irak, las tasas de cáncer en las áreas afectadas aumentaron de 40 casos por cada 100.000 en 1991 a 800 por cada 100.000 en 1995. Para el 2000, los casos se duplicaron a 1.600 por cada 100.000 personas.
Serbios, bosnios y otros pueblos de la entonces República Federal Socialista de Yugoslavia sufrieron una situación similar, mientras que las tasas de cáncer son de las más altas de Europa, algo que muchos atribuyen al despliegue de municiones de uranio empobrecido por parte de la OTAN hace dos décadas y media en su territorio.
Un abogado serbio que representa a las víctimas de los bombardeos de la OTAN en 1999, Srjan Aleksic, declaró que el uranio empobrecido ha matado y enfermado a muchos de sus familiares y clientes.
«Sólo en 2005, se limpió de uranio empobrecido un área de dos kilómetros cuadrados. Nuestro Ejército hizo eso. Pusieron una cerca de alambre y escribieron ‘Peligro para la vida: no acercarse’. Pero nadie supo de eso hasta 2005», agregó Aleksic.
«No hay inmunidad de responsabilidad penal, especialmente cuando se trata de responsabilidad hacia civiles. Mi madre se enfermó, mis parientes se enfermaron. No tenían nada que ver con la guerra; no me meto en política, sólo estoy hablando de las consecuencias», subrayó.
Asimismo, explicó que sus esfuerzos para defender a las víctimas de los atentados de 1999 comenzaron después de trabajar con Angelo Fiore Tartaglia, un abogado con sede en Roma que pasó unos 20 años de su vida representando a soldados italianos heridos por uranio empobrecido y sus familias.
Fuente: Sputnik