Cambio climático

Guterres llama a actuar ya para limitar el calentamiento global

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, aseguró este viernes que se debe actuar inmediatamente y eliminar progresivamente los combustibles fósiles para limitar el calentamiento global y evitar el colapso planetario, durante su intervención en la cumbre sobre el cambio climático de las Naciones Unidas de este año, conocida como COP28, que sesiona en Dubái, Emiratos Árabes Unidos. “Los signos vitales de la Tierra están fallando: emisiones récord, incendios feroces, sequías mortales y el año más caluroso de la historia. Estamos a kilómetros de los objetivos del Acuerdo de París”, afirmó Guterres. No obstante, mostró un mensaje de aliento al señalar que “no es demasiado tarde y se puede evitar el colapso planetario” si se actúa ahora y se emplean las tecnologías necesarias, de las cuales dispone la humanidad. En ese sentido, destacó que para ello se necesita “liderazgo, cooperación y voluntad política”. Asimismo, subrayó que la acción climática puede además cambiar la injusticia que gobierna el mundo. El Secretario General pidió a los países desarrollados -especialmente a los que forman parte del G20, conformado por las mayores economías del mundo, que concentran el 80 por ciento de las emisiones del planeta- llegar a cero emisiones netas en 2040 y a las economías emergentes en 2050. Además, instó a dejar de quemar los combustibles fósiles de manera progresiva y con un calendario claro, así como a triplicar la capacidad de uso de fuentes renovables y duplicar la eficiencia energética para no rebasar los 1.5 grados de calentamiento del planeta. En tanto, llamó a las partes a comprometerse a aumentar la financiación en mitigación, adaptación y pérdidas y daños, así como apoyar la reforma de los bancos multilaterales de desarrollo. “Proteger nuestro clima es la mayor prueba de liderazgo del mundo. Les insto a liderar, el destino de la humanidad pende de un hilo, hagan que esta COP cuente”, concluyó el alto funcionario. Fuente: TeleSUR

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«Abrimos las puertas del infierno», dice Guterres en la cumbre del clima en la ONU

El secretario general de la ONU, António Guterres, alertó este miércoles a los líderes del mundo diciendo que «Abrimos las puertas del infierno» al no actuar de manera decisiva contra la crisis climática, durante una cumbre con motivo de la Asamblea General de Naciones Unidas que se celebra en Nueva York. «El fuego tiene efectos terribles. Los agricultores ven con horror cómo las inundaciones se llevan sus cultivos. Las temperaturas sofocantes dan luz a enfermedades. Y miles huyen con miedo a medida que se extienden los incendios históricos», dijo en su discurso de apertura de la Cumbre de Acción Climática. Pero el portugués no se detuvo ahí. Confió en que todavía hay tiempo para limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 grados por encima de los límites preindustriales, pero que para hacerlo hay que acabar con las subvenciones a las energías fósiles y gravar las emisiones de carbono, entre otras medidas.  Los Tiempos

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Informe advierte niveles récord de gases de efecto invernadero

Este miércoles en Los Ángeles, California, se dio a conocer el 33º Informe Anual sobre el Estado del Clima, el estudio de los Centros Nacionales de Información Medioambiental (NCEI, en inglés) de 60 países reveló que el pasado año las concentraciones de gases de efecto invernadero, el nivel del mar y su temperatura global alcanzaron un máximo histórico. El documento, confeccionado por 570 científicos procedentes de los NCEI, muestra los indicadores climáticos y fenómenos meteorológicos registrados por instrumentos de vigilancia en todo el planeta. Los resultados exponen que las concentraciones de gases de efecto invernadero en la Tierra tienen un incremento del 50 por ciento en cuanto a los niveles de dióxido de carbono que ya existían en la época preindustrial (1850-1900), haciéndolos por tantos los más altos jamás registrados. A esto se suma también las notorias acumulaciones de metano en la atmósfera, con una subida del 165 por ciento si se contrasta con la misma etapa preindustrial. El reporte también hace referencia al calentamiento del planeta y al aumento de la temperatura anual de la superficie terrestre, creciendo entre 0,25 y 0,30 grados centígrados, colocando al 2022 entre los seis años más cálidos desde que comenzaron las mediciones a mediados siglo XIX. El nivel del mar también experimentó un aumento, la media global alcanzó unos 101,2 milímetros (4 pulgadas) por encima de la media de 1993, cuando iniciaron los registros satelitales. El director general de los NCEI, Derek Arndt, en un comunicado dijo que el informe revela «Datos que indican unas condiciones cada vez más extremas y cambiantes en nuestro mundo en calentamiento». Este año se han reportado olas de calor en gran parte del mundo, cada nueva temporada las tormentas tropicales provocan mayor devastación, y las sequías desertifican nuevas zonas. El director ejecutivo asociado de la Sociedad Meteorológica Americana, Paul Higgins, con motivo de la divulgación del estudio dijo: «Las personas estamos causando el mayor cambio conocido en el clima global desde nuestra transición a la agricultura hace miles de años». Telesur

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América Latina frente al cambio climático: una crisis que va más allá del daño ambiental

La prolongada sequía en el Cono Sur, las anegaciones en el Caribe y el norte de Suramérica, las olas de calor en distintos puntos del continente y los voraces incendios en Chile, tienen un denominador común: crisis climáticas producidas por el ser humano. A esto se suma que, en la mayoría de los casos, los Gobiernos han exhibido capacidades limitadas para prevenir o atemperar los efectos de eventos como huracanes, sequías e inundaciones, en un contexto donde las estrategias preventivas deberían ser la norma, tal y como advierte la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Pérdidas económicas La tragedia medioambiental viene aparejada de cuantiosas pérdidas económicas y desplazamientos forzados de comunidades enteras, que han visto desaparecer sus medios de sustento por causa de eventos naturales favorecidos por acciones humanas. Según el más reciente informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDDR, por sus siglas en inglés), en el período 2015-2020, 22,7 millones de personas resultaron afectadas por desastres naturales en América Latina y el Caribe, al tiempo que las pérdidas económicas por esa causa –a precios de 2018– se cuantificaron en 86,1 millones de dólares. La agencia estima que entre 1997 y 2017, último año para el que están disponibles cifras globales, la región latinoamericana y caribeña concentró el 58 % de todas las pérdidas mundiales atribuibles a desastres climáticos y el 46 % de todas las ocasionadas por desastres naturales. Un desastre que habla La desertificación de la cuenca del río Paraná constituye un buen ejemplo de cómo se conjugan las prácticas depredadoras, la ausencia de leyes protectoras del medio ambiente y el cambio climático, para afectar la vida y la economía de amplios territorios.  En el verano austral de 2023, además de registrarse temperaturas récord, el cauce del que otrora fuera el segundo más importante de toda América del Sur se redujo hasta el nivel más bajo jamás medido. Como recoge un fotorreportaje de Sebastián López Branch para El País, esta situación es la resulta de una combinación nefasta entre la falta de lluvias, la contaminación y los incendios en los humedales que bordean el curso de agua. Si bien la sequía puede atribuirse a los efectos del fenómeno de El Niño, no todas las igniciones reportadas en la zona se han producido espontáneamente. En 2022, activistas climáticos denunciaron que productores ligados al agronegocio quemaron más de 100.000 hectáreas en el delta del Paraná, un método habitual para preparar las cosechas en la zona, que es posible dada la ausencia de prohibiciones legales. Así, aunque la presión de las organizaciones medioambientales derivó en la discusión en la Cámara de Diputados del Congreso de una serie de proyectos de ley para proteger y utilizar racionalmente los humedales del país, el debate para modificar el marco jurídico que rige desde 1990 continúa. Además de los devastadores efectos sobre la biodiversidad que ha causado la bajada del Paraná, las poblaciones aledañas, que históricamente han vivido de la pesca, se quedaron sin modo de vida ni de sustento, al tiempo que las embarcaciones pesqueras que cursan el río tuvieron que disminuir el volumen de lo transportado y definir nuevas rutas de navegación. En tal sentido, López Branch apunta que «la bajante histórica del Paraná ha afectado también a las exportaciones agroindustriales a través de sus aguas. Los grandes buques se han visto obligados a reducir su carga debido al menor nivel de las aguas, lo que ha provocado importantes pérdidas«. Adicionalmente, aunque el complejo agroexportador factura unos 25.000 millones de dólares al año, 13 de los 18 puertos sobre el curso de agua están en manos de particulares y en un contexto de crisis hídrica, el Estado asume los perjuicios.  Agua salada por los caños Al otro lado del río de La Plata, la situación no es mejor. La persistente sequía en Uruguay ha obligado al Gobierno de Luis Lacalle Pou a tomar medidas inéditas para paliar la escasez de agua en Montevideo y sus zonas aledañas, que incluyen el abastecimiento de agua corriente con niveles de sodio más altos que los recomendados por la Organización Mundial de la Salud y exhortos para limitar el consumo en los hogares. Aunque el Ejecutivo asegura que el agua que sale por los caños es apta para el consumo y no entraña riesgos importantes para salud de la mayoría, la decisión causó malestar y motivó la aparición de regulaciones para impedir el acaparamiento y el sobreprecio del agua embotellada, solución por la que optaron los sectores con mayor poder adquisitivo. Sin embargo, en las manifestaciones que siguieron al decreto de Lacalle Pou, se señala como causa última de la crisis hídrica en Uruguay la sobreexplotación de los recursos naturales –donde asoma nuevamente la cabeza el fantasma de la agricultura a gran escala–, así como de la creciente privatización del servicio durante la actual gestión. Según los críticos, la administración lacallista redujo el presupuesto y la inversión en infraestructura y fue tardo en tomar acciones para paliar la crisis, aunque los especialistas ya habían advertido que la capital –en cuya área metropolitana residen dos de cada tres uruguayos– podría quedarse sin agua potable, pues las esperadas lluvias invernales no terminan de aparecer. Los reclamos de los activistas se soportan en el hecho de que el país suramericano está asentado sobre el Acuífero Guaraní, tercera reserva de agua dulce del planeta, que comparte con sus vecinos Argentina, Paraguay y Brasil. De acuerdo con el Plan de Gestión Integrada del Sistema Acuífero Guaraní, esta fuente debería «garantizar a los habitantes el ejercicio de los derechos humanos fundamentales de acceso al agua potable y al saneamiento», y por tal razón, en el documento se establece como prioridad «el abastecimiento de agua potable a poblaciones y la prestación del servicio de agua potable», compromiso que no se ha honrado. Cambiar el sistema, no el clima El inventario de crisis climáticas en América Latina y el Caribe no se limita al extremo sur del continente. La evidencia disponible indica que estas son consustanciales a la dinámica socioeconómica regional, donde prevalecen los modelos extractivistas y de sobreexplotación de los recursos naturales, que devienen en mercancías estratégicas para el norte global. La UNDDR asegura que la vulnerabilidad ante los desastres naturales en los países latinoamericanos y caribeños se ve favorecida por la presencia de «impulsores de riesgo».

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Sequías repentinas son más frecuentes por cambio climático

Un grupo de científicos llegó a la conclusión de que las sequías serán más frecuentes debido a las alteraciones producidas por el cambio climático, de acuerdo con un estudio publicado este jueves por la revista Science. Según los expertos, las sequías se desarrollan rápidamente y pueden tener un desenlace severo dificultando su previsión y preparación para hacerles frente. La investigación reveló que las sequías son causadas por la disminución de las precipitaciones, el aumento de la evaporación y transpiración que disminuye el agua. El incremento de la duración de las sequías provoca el daño a la vegetación y a los ecosistemas, como consecuencia de las olas de calor y los incendios. A través de un artículo publicado por profesor de la Universidad de Southampton, Reino Unido, Justin Sheffield, resaltó que el cambio climático ha aumentado el inicio de las sequías. Desde su cuenta de Twitter, Sheffield subrayó la existencia de “una transición global a las sequías repentinas bajo el cambio climático”. También argumentó que las sequías se han intensificado con mayor rapidez desde la década de los años 50 del siglo pasado, volviéndose más comunes en gran parte del mundo, siendo más notables en el este y norte de Asia, Europa, el Sahara y la costa oeste de América del Sur. En este sentido, amplió que zonas como el este de América del Norte, el sudeste de Asia y el norte de Australia notaron menos sequías repentinas y lentas, pero la velocidad del inicio ha aumentado. Así como no hay evidencia de una transición a sequías repentinas en el Amazonas y África, en el caso de Amazonas experimentó un alza en las sequías lentas, mientras que África occidental tuvo un aumento en la frecuencia de las sequías rápidas y lentas. Según el informe, la transición a las sequías repentinas, debido al poco tiempo para adaptarse a la falta de agua, calor extremo, puede ocasionar impactos irreversibles en los ecosistemas. Fuente: TeleSUR

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Lula llegó a Egipto para la cumbre por el cambio climático COP-27

Desde Brasilia. Un mes y medio antes de asumir la presidencia por tercera vez, Luiz Inácio Lula da Silva inició su primer viaje al exterior. Pasadas las siete de la mañana de este lunes lluvioso en San Pablo, embarcó rumbo a Egipto para participar en la cumbre sobre cambios climáticos organizada por Naciones Unidas, COP-27. Allí no estará Jair Bolsonaro, quien tampoco fue a la edición del año pasado en Escocia, donde Greta Thunberg y miles de activistas lo definieron como el mayor enemigo del planeta.  Bolsonaro parece haber dejado el cargo antes de la conclusión de su mandato: después de ser derrotado en las elecciones, casi no ha tenido compromisos públicos, en contraste con la agenda hiperactiva del líder del Partido de los Trabajadores (PT) ocupada en la formación del equipo de transición del cual algunos son candidatos a ministro. Lula está elaborando su agenda de compromisos en la ciudad egipcia de Sharm El-Sheik, junto al Mar Rojo. «El combate al cambio climático tiene que ser un compromiso del Estado brasileño, trabajaremos por el futuro de nuestro país y de nuestro planeta, que es uno solo y de todos», posteó antes de despegar en el Aeropuerto Internacional de Guarulhos. El presidente entrante viajó luego de recibir el alta por los médicos que le realizaron una batería de exámenes en su laringe el sábado pasado en el Hospital Sirio Libanés. «Voy a tener en Egipto más conversaciones con líderes mundiales en un solo día, que las que Bolsonaro tuvo en 4 años de gobierno», comparó. En el balneario Sharm El-Sheik lo aguardaban la líder ambientalista Marina Silva, el senador Randolfe Rodrigues e Isabella Teixeira co-presidenta del Panel de Recursos Naturales de Naciones Unidas. Los tres son citados como candidatos a ocupar desde enero la cartera de Medio Ambiente. Un nuevo Brasil Lula va a «decirle al mundo que está llegando un Brasil nuevo; Brasil se presenta para ser un jugador decisivo desde el punto de vista diplomático y para ser un jugador en la economía del siglo XXI, que es la economía de bajo carbono», declaró Randolfe Rodrigues.  De acuerdo con medios brasileños, no se descarta que Lula converse en Egipto con el representante del clima norteamericano, el ex canciller John Kerry, quien la semana pasada manifestó su confianza en el próximo gobierno. La expectativa favorable de Kerry está en línea con las felicitaciones expresadas por Joe Biden a Lula en una llamada telefónica el 31 de octubre, un día después de la victoria ante Bolsonaro, quien hasta hoy no reconoció el triunfo de su adversario. Ese mismo lunes 31 el petista fue saludado telefónicamente por el mandatario francés, Emmanuele Macron.  Biden y Macron, así como el canciller alemán Olaf Scholz, tuvieron relaciones nada amistosas con Bolsonaro en virtud de su política amazónica, marcada por el avance de la explotación agrícola y la minería en áreas de conservación, sumado a los incendios frecuentes. En sus intervenciones en la ONU y foros internacionales, el referente de la ultraderecha brasileña tuvo expresiones ofensivas contra los gobiernos estadounidense, francés y alemán, en discursos calcados del estilo Donald Trump (su benefactor) donde negó las quemas y talas selváticas por considerarlas «fake news». Bolsonaro no quizo ecología A poco de asumir el gobierno en 2019, Bolsonaro desistió de organizar la COP-25 en Brasil: debió ser trasladada a Madrid. Además amenazó con no cumplir el Acuerdo de París sobre cambio climático. Al revés de la barbarie bolsonarista, Lula tiene en su currículum haber realizado una política de defensa de la Amazonia en sus dos mandatos entre 2003 y 2010. Amparado en esa credibilidad, no se descarta que durante la COP 27 se comprometa a trabajar en pos de la emisión cero de gases de efecto invernadero, reactivar los organismos estatales para salvaguardar las zonas de conservación de la selva y garantizar la integridad de las comunidades acechadas por el narco, los buscadores de piedras preciosas y traficantes de madera. Para ello quizá creará la Autoridad Climática, tomando como ejemplo la existente en EEUUU, y el Ministerio de los Pueblos Originarios, al frente del cual podría designar a Sonia Guajajara, oriunda de la Tierra Indígena Arariboia. Para viabilizar la ejecución de proyectos de desarrollo sostenible, propondrá relanzar el Fondo Amazonia, creado en 2008 con dinero de Noruega y Alemania, y desactivado en 2019. No solo diplomacia verde Las amables bienvenidas expresadas por Biden y Kerry hacia Lula no deben alimentar la idea de que habrá una relación idílca entre la Casa Blanca y el Palacio del Planalto en el período 2023-2026. La diplomacia verde a ser desplegada en Egipto será sólo uno de los vectores de la politica externa por venir, en la que Lula buscará recuperar autonomía frente a la voluntad imperial. Para romper con la política externa heredada de Bolsonaro, será necesario acabar con la subordinación al «poder profundo» norteamericano, más allá de quien sea el presidente de turno. Ocurre que, a pesar de su nacionalismo retórico, Bolsonaro acató mansamente todo lo que Washington y Wall Street ordenaron en política petrolera, privatizaciones y (contra)reformas estructurales, sin olvidar la cesión de la estratégica base de lanzamiento espacial de Alcántara.  Siendo un «devoto» de Estados Unidos, no sólo de Trump, el gobernante saliente conspiró o fue inactivo en el fortalecimiento de opciones favorables a un orden multipolar como el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y en el plano regional . En cambio Lula ya anticipó su vocación de retomar la presencia activa en el BRICS y trabajar en pos de la integración regional, revitalizando el Mercosur, Unasur y la CELAC (Comunidad de los Estados Latinoamericanos y Caribleños).  La expresidenta Dilma Rousseff dijo la semana pasada en la reunión del Grupo de Puebla en Colombia que «para nosotros es central la integración de América Latina». No es ocioso recordar que Dilma fue derrocada en 2016 por un golpe de estado del cual emergió el presidente Michel Temer, quien recibió el saludo (aval) en persona del entonces vicepresidente norteamericano, Joe Biden. Fuente: Página 12

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La ingeniera quechua que rescató del olvido el grano que resiste al cambio climático

La vida de Trigidia Jiménez siempre estuvo ligada al campo. El contacto con la tierra, con el sol y la naturaleza son lo suyo. Sus primeros recuerdos con la agricultura provienen de su padre, quien le transmitió el amor por la producción de alimentos cuando vivían en Mina San José, en Oruro, donde sembraban papa. Por eso no es raro que cuando le pusieron por primera vez en su mano una semilla de cañahua, ella sintió una conexión inmediata: “Es un poco complicado explicarlo, es como si me hubiera pasado una corriente eléctrica”. Fue amor a primera vista. 20 años después, la ingeniera agrónoma boliviana, gracias a la combinación de saberes científicos y ancestrales, se ha convertido en un referente internacional por su trabajo en la producción, transformación y comercialización de este cultivo inteligente que diferentes especialistas consideran como el superalimento del futuro. La cañahua, “prima hermana” de la quinua, es considerada un cultivo inteligente por su alta resiliencia al cambio climático, sequías e inundaciones sin perder su capacidad productiva. Jiménez produce este grano en Granja Samiri, su emprendimiento, ubicado en el municipio de Toledo, en el departamento de Oruro, en el suroeste de Bolivia. Las condiciones agroecológicas de esta localidad, según la ingeniera, son “muy adversas”, debido al frío, a los suelos pesados y la corriente de viento. Sin embargo, a pesar de ser un grano “tan pequeñito, es poderoso”. Según explica, el “único objetivo” de la cañahua cada ciclo agrícola es producir grano para alimentarnos. “A futuro va a ir empeorando esto del cambio climático, con pocas lluvias y más frío. Estas especies que tienen esa gran adaptabilidad a los cambios bruscos nos van a alimentar a futuro”, afirma Jiménez a América Futura a través de una videollamada. Cuando Jiménez comenzó su relación con la cañahua no existía un mercado para este producto y la producción llegaba a ocupar una media hectárea de terreno, suficiente para el consumo anual de una familia. Dos décadas después, el cultivo ha hallado un mercado en el subsidio para la lactancia que reciben las madres en Bolivia, gracias a las 1.500 familias que se ocupan de producir el grano en 2.000 hectáreas, o su equivalente a aproximadamente 2.800 canchas de fútbol reglamentarias. Esto fue en gran parte resultado del “trabajo hormiga” de la ingeniera quechua para darle una revalorización a este cultivo, no solo en el tema de la producción primaria, sino también en aspectos como la transformación del producto y en hallar un mercado. Estos logros de la ingeniera de 54 años, una de las impulsoras de la Red Nacional de Saberes y Conocimientos en Cañahua, no pasaron desapercibidos. El pasado mes de abril fue reconocida como una de las “Líderes de la Ruralidad” de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura. El premio, denominado “Alma de la Ruralidad”, es parte de una iniciativa para reconocer a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, región clave para la seguridad alimentaria, nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta. “Ser productor de alimentos es la carrera más sacrificada y la menos reconocida. Las familias que están dedicadas a la producción de alimentos son personas que aman lo que hacen y no abandonan su tierra. El reconocimiento no solo es a mí, sino a todos los productores de cañahua que tienen esa fortaleza de no dejar lo que les apasiona”, afirma. Los logros alcanzados en los últimos años han permitido la industrialización de la cañahua para ser consumida como harina, pito (harina precocida en Bolivia), insuflados, barras energéticas, galletas y sopas, entre otros usos.La Granja Samiri, cuyo espacio de producción abarca entre las 80 a 100 hectáreas, colabora con el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal hace más de 10 años. En este tiempo se ha trabajado en cuatro ecotipos de cañahua, de los cuales variedades como la Wila y la Samiri ya han sido liberadas. El grano también se produce en países como Ecuador, Chile y Perú. Solo en Bolivia existen más de 800 ecotipos de este cultivo. “Hemos podido ver que cada color de la cañahua tiene una vocación de transformación, que puede ser específicamente para diferentes usos en la industria de alimentos”, precisa. La ingeniera es consciente de que aún queda trabajo por delante y explica que, para domesticar y liberar una subespecie silvestre, se necesita de seis a siete ciclos agrícolas (siembra y cosecha –una vez al año–) para alcanzar un cultivo con 99% de pureza varietal. “Bolivia tiene un potencial genético en lo que es la cañahua. Hay mucho todavía por trabajar en los ecotipos hasta lograr y manifestar su máxima expresión genética”, agrega. Una de las columnas para el éxito de Granja Samiri, según Jiménez, fue la fusión del conocimiento ancestral y el científico, una combinación fundamental para lograr un emprendimiento rural sostenible. A quienes guarda mucho respeto y recuerda con gran cariño es a sus suegros. Ambos, con una “conexión directa con la naturaleza” y un conocimiento “exquisito” sobre la cañahua, le enseñaron sobre los procesos de producción y transformación. “A veces las universidades son muy cuadradas. Te dicen que uno tiene todo el poder de solucionar las cosas. Mi suegro me enseñó a respetar y a pedir permiso a la madre tierra para que nos dé una buena producción, a respetar el espacio que tiene cada ser viviente en el ecosistema porque cada uno cumple un rol y una función. Son conocimientos que hay que recuperar”, afirma. El machismo en la ruralidad Nada fue sencillo para Jiménez, desde la elección de su carrera en la universidad en la década de los ochenta. En el seno de su familia creían que la ingeniería agrónoma era una carrera exclusiva para varones y “muy dura” para una que una mujer afronte a la par de la que consideraban su “obligación” de formar un hogar. El único que la apoyó fue su padre. Asimismo, con la Granja Samiri fue muy difícil poder lograr que la gente entienda que una mujer es capaz de liderar una empresa. Dice que su esposo fue

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