Lula da Silva se mantiene ocho puntos sobre Bolsonaro
Foto: teleSUR
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El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva confirmó este miércoles su predisposición a presentar una candidatura conjunta con el exgobernador de San Pablo Geraldo Alckmin (actualmente sin partido) en las elecciones presidenciales de este año, y señaló que solo falta saber a qué formación se unirá o cuál hará alianza con el Partido de los Trabajadores (PT). «No tengo ningún problema en presentar una candidatura con Alckmin para ganar y gobernar este país, pero no puedo decir nada todavía porque falta saber para qué partido irá o cuál será con el que hace alianza el PT», dijo Lula en su primera conferencia de prensa del año, quien aclaró que aún no había definido su propia candidatura, informó el medio local O Globo. En ese sentido, Lula confía que en Alckmin, sea cual sea el papel que finalmente asuma, esté junto al resto de fuerzas opositoras al presidente, Jair Bolsonaro, y al precandidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el actual gobernador paulista, Joao Doria. Alckmin fue candidato presidencial del PSDB en 2006, cuando fue derrotado por Da Silva en primera vuelta, pero reunió el 41 por ciento de los votos. «Me parece que él ya ha mostrado su oposición no solo a Bolsonaro, sino también al ‘dorismo’ aquí en Sao Paulo», señaló el exmandatario, para quien el actual PSDB no representa ya «el proyecto socialdemócrata» de sus antiguos líderes, como los también exgobernadores paulistas Mario Covas y José Serra. Al respecto, Lula indicó que es necesario tener «tranquilidad» porque «el tiempo se cuidará solo, y el tiempo se acerca». “Todo el mundo sabe lo que quiero para este país. No renuncio a que la prioridad sea el pueblo brasileño, el pueblo trabajador. Esas personas deben ser nuestra prioridad», enfatizó Lula. “No puedo querer ser presidente para solucionar problemas del sistema financiero, de los empresarios, de los que se enriquecieron en la pandemia”, explicó. «Cuando sea el momento, estaré encantado de organizar otra conferencia de prensa. Si es Alckmin, que así sea, como lo fue José Alencar», dijo en referencia al que fue su primer vicepresidente. En el último mes se especuló con la posibilidad de Alckmin se uniera a una hipotética candidatura del expresidente Lula, quien determinó que marzo sería la fecha para dar una respuesta sobre sus aspiraciones a la Presidencia de Brasil. No obstante, esta posible alianza está todavía lejos de lograr el consenso deseado entre varios sectores del PT y la izquierda brasileña, la cual se divide entre quienes apuestan por una pureza ideológica más marcada y por aquellos que no ven como malos ojos una coalición lo más amplia posible, incluyendo partidos de centro derecha, para derrotar a Jair Bolsonaro. Lula también hizo un guiño a las Fuerzas Armadas al indicar que «no es posible marcar a las Fuerzas Armadas por la gente que hoy está en el gobierno», en alusión a la alianza militar con el presidente Bolsonaro. Según Lula, no hay problema en las Fuerzas Armadas, sino «falta de orientación». Fuente: Agencia Boliviana de Información (ABI)
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Emir Sader Ciudad de México / La Jornada. – Brasil completa en 2022 cinco años de ruptura de la democracia. Fue la segunda ruptura desde el golpe de 1964, cuando el país padeció 11 años de dictadura militar. En aquel momento, terminada la dictadura en 1975, se dio un largo proceso de transición democrática, con una serie de circunstancias que hicieron que el primer presidente civil fuera José Sarney, originario del mismo régimen militar. Fue una transición conservadora, en que la democratización se ha limitado al restablecimiento del sistema político liberal. Nada más se ha democratizado en el país: ni la propiedad de la tierra, ni los medios, tampoco el sistema judicial o cualquier otra instancia de poder en la sociedad brasileña. La fuerza de la izquierda era pequeña, no logró siquiera el voto directo para la elección del presidente de Brasil. Fue un colegio electoral el que lo hizo. En 2022 se dibuja una nueva transición democrática. Todas las encuestas dan la posibilidad de victoria de Lula, incluso en primera vuelta. Ninguna encuesta, ni ningún análisis apunta a la posibilidad de que Bolsonaro logre religirse. A su vez, el lanzamiento de la candidatura del juez Sergio Moro ha fracasado, él se queda como uno más del montón de precandidatos con índices muy bajos en las encuestas. Este 2022 será de campaña electoral, sin duda. Marzo es el plazo para presentación de candidaturas. Lula será candidato por el PT, con el apoyo de otros partidos de izquierda. Hay especulaciones sobre si Bolsonaro pudiera desistir de su candidatura, para no tener que hacer debates con Lula y para no sufrir una derrota apabullante. Podría garantizar un cargo parlamentario, que lo defendería de las graves acusaciones que pesan en su contra. Será, de todas maneras, una campaña sui generis. Lula y Dilma, victoriosos dos veces, nunca habían ganado en primera vuelta. Esta vez Lula no es más el candidato del PT. Es el candidato de todas las fuerzas democráticas y antibolsonaristas. Su campaña recoge las demandas acumuladas en estos años de autoritarismo, de negacionismo, de arbitrariedades, de odios y de desprecios por las vidas humanas y por la democracia. Por ella representa a la gran mayoría de los brasileños, marginados de la política por quienes se valían de la crítica de la política para ejercer el poder de la forma más arbitraria. El antipetistmo fue superado por el antibolsonarismo. Esta es la clave del cambio radical de la situación en Brasil. Se había valido del olvido de las experiencias de gobierno del PT para intentar imponer una falta memoria de que los problemas actuales del país serían herencias de lo que el PT había generado. Pero es el carácter brutal que ha asumido la presidencia de Bolsonaro al hacer que él se volviera el personaje predominante en la vida política brasileña en los últimos tres años. El alza del rechazo al presidente ha hecho que el antibolsonarismo sea el factor fundamental que se fue generando en los dos últimos años, hasta el último año del primer mandato de Bolsonaro. Surgido de la trayectoria del PT y de sus propias experiencias de gobierno, Lula, así como salió de la cárcel y recuperó todos sus derechos, pasó a liderar las encuestas presidenciales. Difícil imaginar cómo esa situación pueda cambiar. Ni por la vía de alguna caída brutal del apoyo que Lula recibe, ni por la recuperación del apoyo de Bolsonaro, tampoco por la ascensión de algún otro candidato. Este parece ser el intento que le queda a la derecha no bolsonarista, dentro de la cual están los medios. Sería retomado el intento, fracasado hasta ahora, del juez Moro como su candidato alternativo. En ese marco, todo indica que, conforme pase el tiempo hasta el 2 de octubre, día de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, se consolide el favoritismo de Lula, con adhesiones de cada vez más gente a su candidatura. Él ya tiene el apoyo de poco más de la mitad de los evangélicos. El sector más resistente es el de los empresarios, que mayoritariamente aún apoya a Bolsonaro. El intento de teatralizar su internamiento en un hospital como resultado de un supuesto caso de obstrucción intestinal por parte de Bolsonaro demuestra cómo su arsenal de instrumentos es viejo, pero sin la eficacia anterior. Habrá otros acontecimientos como esos. Queda pendiente saber si serán suficientes para impedir que Lula gane en primera vuelta o que Bolsonaro impida que otro candidato lo supere. Este 2022 es de nuevo un año importante en Brasil, decisivo para el futuro del país y, de alguna manera, para el conjunto del continente, junto con las elecciones en Colombia. Lula y Petro son sus protagonistas centrales. El autor es filósofo y politólogo brasilero.
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