El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, deberá enfrentar retos importantes en su tercer mandato el cual juró el mandatario será «el período de la paz, la prosperidad y la igualdad», según su discurso de posesión el pasado viernes, 10 de enero, para gobernar otros seis años entre 2025-2030.
Los principales desafíos tienen que ver con las sanciones internacionales impulsadas por Estados Unidos y las persistentes tensiones políticas internas que el presidente Maduro considera pueden abordarse mediante un diálogo.
En efecto, Maduro convocó a todos los sectores económicos, políticos e ideológicos, culturales y sociales del país “a un gran diálogo incluyente”.
En los próximos días y semanas se verá cómo evoluciona la situación y si es posible algún tipo de diálogo entre las diferentes fuerzas políticas para descomprimir la tensión.
Por el momento, Venezuela inicia una nueva etapa política con Nicolás Maduro al frente del Ejecutivo por los próximos seis años, en medio de un panorama político polarizado y cuestionamientos tanto internos como externos sobre la legitimidad de su mandato.
«Juro por la memoria eterna de Hugo Chávez que cumpliré todas las obligaciones de la constitución y las leyes, y que este nuevo período presidencial será el período de la paz, la prosperidad, la igualdad y la nueva democracia», expresó Maduro al prestar juramento ante el presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez.
Respaldo internacional y logros económicos
Entre los mandatarios extranjeros presentes en el acto se destacaron el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y el nicaragüense Daniel Ortega. Rusia, China, Irán y Turquía también mostraron su respaldo a Maduro.
Durante su gestión anterior, Maduro implementó medidas que lograron encaminar al país hacia la superación de la hiperinflación y mejorar el abastecimiento de productos. El Producto Interno Bruto (PIB) de Venezuela creció 8,4% y 8,7% en los dos primeros trimestres de 2024, según datos del Banco Central.
Manifestaciones de apoyo popular
Las calles de Caracas y otras ciudades importantes de Venezuela se vieron colmadas por multitudinarias manifestaciones de apoyo al presidente Nicolás Maduro.
Mientras tanto, líderes de diversos países expresaron sus felicitaciones y buenos deseos al mandatario venezolano. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, envió un cálido mensaje destacando la «sólida alianza estratégica» entre ambas naciones.
Por su parte, el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel reafirmó la «inquebrantable hermandad revolucionaria» con Venezuela. Desde China, Xi Jinping resaltó la importancia de profundizar la cooperación bilateral en múltiples áreas. También se sumaron a las congratulaciones los presidentes de Nicaragua, Bolivia, Irán y Turquía, entre otros.
Con la juramentación de Maduro, se consolida el control del chavismo sobre las principales instituciones del Estado venezolano. La Asamblea Nacional, presidida por el oficialista Jorge Rodríguez, mantiene una amplia mayoría de 256 diputados afines al gobierno de un total de 277 escaños.
A nivel regional, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) controla 19 de las 23 gobernaciones del país, así como la mayoría de las alcaldías. Este dominio institucional le otorga al presidente un margen de maniobra considerable para implementar su agenda política y económica en los próximos seis años.
Tensiones políticas y cuestionamientos
Sin embargo, la ceremonia de investidura se desarrolló en un clima de tensión política. El día anterior, la líder opositora María Corina Machado participó en una manifestación en Caracas que terminó en confusión y controversia.
Inicialmente, se reportó que Machado había sido detenida por el gobierno chavista, generando preocupación entre sus seguidores y la comunidad internacional.
No obstante, horas después, Machado apareció en un video afirmando que estaba bien y que solo «se le había caído una carterita azul»4. Este giro en los acontecimientos generó dudas y críticas, con algunos sectores calificando el episodio como un «papelón» de la oposición.
El ministro del Interior venezolano, Diosdado Cabello, aprovechó la situación para desacreditar a la oposición, calificando el supuesto secuestro de Machado como «un invento, una mentira»6. Cabello argumentó que la oposición había fabricado el incidente «ante el fracaso de la convocatoria a lo largo y a lo ancho de todo el país».