Zúñiga, al momento de ser aprehendido, dijo a los medios de comunicación que todo fue montado a pedido del presidente del Estado para levantar su popularidad.
El ahora excomandante del Ejército y líder de la sublevación militar, general Juan José Zúñiga, manejó dos discursos frente a militares del servicio activo y pasivo; a unos les confesó que iba a tomar la Plaza Murillo y a otros, que sólo tendría una reunión.
La semana pasada, el excomandante de la Fuerza Aérea, general Marcelo Zegarra, aseguró que el excomandante del Ejército les pidió, a él y al excomandante de la Armada, Juan Arnez, que sólo le acompañen dentro de un blindado a una reunión en Plaza Murillo. Poco después se descubriría que se trataba de una sublevación militar con supuestos planes de ingresar a Palacio de Gobierno para tomar el poder.
“Ese momento el Gral. Zúñiga nos indica que íbamos a trasladarnos en los blindados (vehículos Z9 son con armamento en la torreta principal) y nos dijo que ya estaban al frente de su oficina, que iríamos a Plaza Murillo, que le acompañemos para tener una reunión en Plaza Murillo”, dijo Zegarra en su declaración informativa ante la Policía.
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Poco antes, los representantes de los militares jubilados del servicio pasivo también fueron convocados por Zúñiga en su oficina en el Estado Mayor. El general del servicio pasivo, Tomás Peña y Lillo contó que el excomandante del Ejército les pidió apoyo para defender supuestamente la democracia y a las Fuerzas Armadas.
“Lo que simplemente dijo es que había decidido tomar la Plaza Murillo, ¿para qué?, nadie sabía. Imagino que ese no era su objetivo. El objetivo era otro, pero él dijo que vamos a sacar los blindados y vamos a ir a la Plaza Murillo porque nos están atropellando a la democracia, están atropellando a las fuerzas armadas (…). No habló absolutamente nada de su relevo, no habló absolutamente nada. No dio ningún detalle. No dijo absolutamente nada sobre lo que le habrían podido hacer. Simplemente, dijo: miren, vamos a tomar la Plaza Murillo porque están atropellando la democracia y están atropellando a las Fuerzas Armadas. Nada más”, enfatizó Peña y Lillo en entrevista con Erbol desde la clandestinidad.
El Gobierno calificó el hecho de un intento de golpe de Estado que falló por la reacción del presidente del Estado, Luis Arce, que cambió inmediatamente a los tres comandantes de las tres fuerzas y las nuevas autoridades militares ordenaron el repliegue de todas las unidades desplazadas en el centro paceño.
Zúñiga, al momento de ser aprehendido, dijo a los medios de comunicación que todo fue montado a pedido del presidente del Estado para levantar su popularidad.
Peña y Lillo fue señalado por el excomandante del Ejército como uno de los que planificó la toma militar y actualmente es buscado por la justicia; sin embargo, el acusado negó toda su participación en los planes del general Zúñiga.
“Cuando ni siquiera le dijimos que no iba a haber un apoyo institucional del servicio pasivo, directamente él bajó, arengó a las tropas. Nosotros observamos eso y dijimos: aquí no tenemos nada que hacer. Nos fuimos a nuestra oficina y continuamos nuestra reunión con el directorio. Dijimos: veremos qué pasa. De ahí, cuando encendimos la televisión, suspendimos la reunión para ver este show, este circo, porque era un circo (…). Nos fuimos a nuestra reunión y de ahí nos fuimos a cenar, a pasear un poco y hablar con otros amigos y listo”, aseguró el militar jubilado.
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por Nancy Castro
Eju