Richard Quispe
La Paz/ Economía y más. – Los pronósticos de la economía mundial anuncian un año de lenta recuperación con relación al observado en 2021, debido a la pandemia y la reducción del apoyo público. En el caso de Bolivia, el Banco Mundial pronostica un crecimiento de 3,5% para este 2022 y el Fondo Monetario Internacional de 4%, mientras el Gobierno proyecta un crecimiento de la economía de 5,1%, un tanto optimista con relación a los pronósticos efectuados por los mencionados organismos internacionales.
Existen factores que condicen la proyección del crecimiento de la economía boliviana, siendo el elemento central la consolidación de la reactivación económica, aspecto que está asociado a diferentes factores; como la gestión de la pandemia, en la cual se debe considerar la aparición de la variante Ómicron del COVID-19 y el incremento de los casos de contagio de la mencionada variante, situación que nos ha recordado la vigencia de la incertidumbre en torno a este virus. Ante esta adversidad, se están asumiendo medidas para contrarrestar los efectos de la pandemia, como la vacunación de la población desde los cinco años de edad; asimismo, se prevé la llegada de millones de vacunas para tratar de inmunizar al total de la población; sin embargo, algunas personas no aceptan la vacuna por diversas razones, por lo que se están adoptando diferentes medidas para tratar de persuadirlas a vacunarse, limitando su acceso a diferentes espacios donde se concentran multitudes.
Por su parte, con relación a la política fiscal expansiva diseñada para apoyar a la economía en el corto plazo, como respuesta a la pandemia y procurando la reactivación de la economía, se continuará dinamizando con la inyección de recursos económicos previstos principalmente en el Plan de Desarrollo Económico y Social de Bolivia 2021-2025, denominado “Reconstruyendo la economía para vivir bien, hacia la industrialización con sustitución de importaciones”, que prevé una inversión de $us 33.197 millones, apuntando a la industrialización del país, la sustitución de importaciones y la reducción de la pobreza; estas medidas apuntan también a la consolidación de la recuperación de la economía en el corto plazo.
Otro aspecto, no menor, es el comportamiento económico de los principales socios comerciales y estratégicos regionales de Bolivia; en tal sentido, la recuperación de la economía brasileña y argentina, de las cuales el Banco Mundial prevé un crecimiento de 2,5% y 1,7%, respectivamente, es un elemento que hay que considerar por los lazos económicos que nos vinculan, pese a que sus proyecciones son menores a las previstas para nuestro país. En materia comercial, es importante resaltar que Bolivia, a noviembre de 2021, alcanzó un superávit de balanza comercial con un saldo acumulado de $us 1.729 millones, pese a la fuerte inversión de recursos realizada para la importación de vacunas, aspecto importante en la generación de divisas para nuestro país en un escenario de restricción del comercio internacional.
Otra medida a considerar representa el impacto que está generando el Fideicomiso para la Reactivación y Desarrollo de la Industria Nacional (Firedin), que cuenta con Bs 1.261,1 millones, de los cuales, a diciembre de 2021, se colocó el 51,8% para capital de operaciones y de inversión para sustituir importaciones, que sumadas con otras medidas de carácter crediticio completan las medidas para la recuperación de la economía.
Es importante recordar que en años pasados la economía, con su modelo “hecho en Bolivia”, nos brindó resultados satisfactorios en materia de crecimiento, siendo líderes de la región por varias gestiones consecutivas pese a las adversidades, por lo cual este año no debería ser de diferente manera, debido a las señales claras que muestran las medidas adoptadas. En suma, debemos ser optimistas y no críticos pesimistas.
Pese a estas señales claras del manejo responsable de la economía, hay algunos pronósticos que se vienen dando desde 2006, como el tema del “piloto automático” anunciando que la economía se conducía por sí misma gracias al modelo neoliberal estructurado desde 1985, pero que el mismo tenía un límite que nos llevaría a una crisis económica sin precedentes; el presagio de los efectos devastadores de la “crisis financiera” para la economía boliviana debido al presunto mal manejo de la economía, que nos llevaría a sumirnos en la recesión y el fracaso del modelo económico social comunitario productivo; la teoría del “efecto rebote” con una panacea automática que no depende de ninguna medida económica y que solo actúa por inercia, son algunos ejemplos de pronósticos pesimistas atrincherados en ideales ortodoxos y que distan de la realidad observada de la economía boliviana.