Carmen Nuñez
El 28S es el Día de Acción Global para el acceso al Aborto Legal y Seguro, éste se denominó así en 1990 durante el “V Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe”, realizado en San Bernardo, Argentina. Hoy en día la lucha por conseguir abortos legales y seguros se ha convertido en una de las más importantes causas para el movimiento feminista, son ya un poco más de 30 años de lucha desde ese quinto encuentro.
Desde entonces la lucha ha ido sufriendo muchas transformaciones, se han ido añadiendo consignas y matices, como por ejemplo la ya famosa “Educación Sexual Integral para decidir, Anticonceptivos para no abortar, aborto legal, seguro y gratuito para no morir”. Esta frase refleja lo mucho que se ha ido complejizando el entendimiento de este tema desde el movimiento feminista, desde la necesidad de empezar con la educación misma hasta la exigencia de gratuidad para no reproducir las injusticias clasistas del sistema de salud.
Pero esta profundización ha ido aún más allá, hoy sabemos que no todas las mujeres somos iguales, que no hay algo, o hay muy poco, que nos una por sobre todas las cosas.
La relación de distintos grupos de mujeres con la maternidad, la sexualidad y el aborto puede ser muy diferente.
Hay mujeres que han sido obligadas a parir, una y otra vez, hay mujeres que han sido violentamente esterilizadas, hay mujeres que han sido condenadas a tener «todos los hijos que dios mande» y hay mujeres que han sido condenadas a ver cómo sus hijas e hijos mueren sistemáticamente o como se los quitan por no ser “adecuadas” para hacerse cargo de su cuidado.
Hay mujeres que abortan como si nada, porque su situación económica se los permite, hay otras que abortan como si nada porque ese conocimiento nunca se perdió en sus entornos, hay quienes mueren en el intento y hay otras que son condenadas socialmente de por vida si se llega a saber. Hay hombres trans, hay mujeres lesbianas, hay personas con la capacidad de gestar no binarias, que también viven su propia realidad en torno al aborto y a la maternidad.
Hay mujeres que luchan por parir, hay otras que luchan por abortar, a algunas el tema les da igual.
No es cuestión de decidir quién es la buenita y quién es la malvada. Vienen probablemente de lugares diferentes, en contextos diferentes.
Para mí se trata de que el patriarcado, encarnado en el Estado y el Capital, deje de imponer políticas sobre los cuerpos de las mujeres. Todo tipo de políticas.
La lucha feminista para ser completa tiene que ir más allá de exigir la legalización del aborto, o los temas directamente relacionados con el género, sino que es necesario además abordar la lucha anticapitalista, anticolonialista y antirracista. Porque mientras haya mujeres, familias, que aun trabajando al máximo bajo condiciones de explotación y discriminación, se las conmine a elegir abortar, porque no pueden asegurarle una vida digna a sus hijas o hijos, la “maternidad deseada, elegida, voluntaria” aun estará bastante lejos. La libertad de “decidir” va más allá de una ley aplicada a cuerpos individuales.
Es por eso que es importante cuestionar si una verdadera liberación de la mujer, o de cualquiera en realidad, pueda ser posible dentro del sistema capitalista. Un sistema que puede plantear muchas posibilidades de “Libertad”, en tanto el cuerpo, el trabajo, la salud, incluso el amor y el ocio, pero que verdaderamente no son respaldadas por las condiciones materiales de vida de las personas. O sea, somos libres de hacer muchas cosas, pero no nos lo podemos costear.
Sin duda es necesaria una ley para la despenalización o legalización del aborto, es un paso ineludible para llevar nuestras vidas con dignidad, pero la lucha no acaba ahí, apenas estamos empezando.
La autora es antropóloga.