Jeanine y el Juego Político

Gerson Rivero

Una prima que vive en otro país y estaba de visita en Bolivia me preguntó de pronto en medio de un almuerzo “¿Y qué va a pasar con esa pobre mujer?”, refiriéndose a Jeanine Áñez. Solo atiné a decir “supongo que seguirá presa un buen tiempo” y cambié de tema.

Y creo que es una respuesta inicialmente correcta no porque pretenda dar un veredicto sobre ella, sino porque lo interpreto como parte del juego político.

En el oscuro periodo de dictaduras militares en Bolivia sobresalieron dos personajes: Hugo Banzer Suárez y Luis García Meza. El primero gobernó casi siete años y el segundo poco más de uno. En ambos mandatos de facto ocurrieron graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, pero por la duración del régimen en el de Banzer fue más grave. Sin embargo, quien cumplió condena en la cárcel fue García Meza.

Si bien ambos merecían la misma suerte, el general cruceño eligió la política como mecanismo de defensa. Fundó un partido, ganó elecciones con el mismo y aunque en dos ocasiones no llegó a gobernar, fue parte de sendos gobiernos hasta que finalmente él mismo accedió a la Presidencia mediante el sistema democrático, momento en el cual le atacó un cáncer que acabó con su vida.

En cambio, García Meza, tal vez por soberbia o ignorancia, vaya uno a saber, se creyó seguro simplemente con sus vínculos militares y terminó enjuiciado, para finalmente ser detenido tras ocultarse un tiempo y desde 1995 hasta el año pasado estuvo tras las rejas. Independientemente de los privilegios que gozó, estuvo privado de su libertad los últimos 25 años de su vida.

Salvando las diferencias, es algo parecido lo que le sucede a Jeanine Áñez. Está claro que ella no es la única y ni siquiera la principal responsable de la interrupción del mandato de Evo Morales. No obstante, los principales instigadores, Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa, al igual que Banzer en su momento, tienen una estructura partidaria que les ayudará a sostenerlos.

También es cierto que Áñez se quedó absolutamente sola en cuanto a respaldo real. La mayoría de sus exministros huyó y los que quedaron marcaron distancia, excepto dos que también se encuentran detenidos.

El mejor parado, sin duda, es el alcalde de La Paz, Iván Arias, que fue su ministro de Obras Públicas. Obviamente, el mandato popular lo blinda, pero también es notorio el desapego por su exjefa, evidentemente por cálculo político.

Alguno dirá, pero ella tiene bastante apoyo. Pues sí, pero en las redes, en cartas del exterior de personajes que firman cualquier cosa que huela a “anticomunista” en cualquier parte del Mundo. Pero en los hechos, nadie se la juega por Jeanine. Nadie amenaza con un paro o bloquear el aeropuerto, como hicieron con Camacho, por ejemplo. Eso simplemente se debe a su orfandad política.

Con ese panorama, a la exsenadora sólo le quedará buscar su salvación en un acuerdo que ayude a aclarar lo que sucedió en su mandato de facto. Debe ser una situación complicada pues implica deshacer un relato que se viene sosteniendo hace casi dos años. Al fin y al cabo es lo único que les interesa a quienes la encumbraron en esta aventura y hoy miran para otro lado.

De la vereda de enfrente, quienes sueñan con ver tras las rejas a “todos” los involucrados, probablemente no lo hagan; así como no lo vieron a Goni ni a Sánchez Berzaín ni a Banzer. La justicia es también parte de un juego político, que hay que saber jugarlo básicamente sobre la voluntad popular de la democracia.

El autor es periodista.

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