Municipio promotor de economía local productiva y sostenible

Emilio Rodas Panique

En estos días tenemos un intenso ajetreo en todo el nivel subnacional para poder cumplir con los plazos que el nuevo Plan de Desarrollo Económico y Social ha otorgado para la presentación del Plan Territorial de Desarrollo Integral en Gobernaciones y Municipios, y Plan de Gestión Territorial Comunitaria en Autonomías Indígena Originario Campesino, esperemos que el apuro no termine afectando la calidad de estos productos que a la larga deben marcar la ruta del desarrollo en cada espacio territorial por los próximos cinco años.

En medio de la urgencia surgen diferentes debates a afrontar y preguntas que responder en el camino: ¿Está vigente aún el municipio de la Participación Popular o ya tenemos perfilado el municipio del Estado Plurinacional?, ¿Siguen siendo los servicios públicos el horizonte, o estamos listos para pasar a lo productivo?, ¿Cómo vamos articular el control social con la transformación institucional de los municipios en este nuevo ciclo? Claro, hay muchos otros debates en curso, lo importante es aprovechar este tiempo de diálogo comunitario para abordar discusiones que vayan más allá de lo inmediato.

Los tiempos de la Participación Popular se caracterizaron por una explosión poderosa de la inversión y el gasto municipal a raíz de las trasferencias por co participación en los 90, los municipios se transformaron en una maquinaria de gasto que se proyectaba en 10 a 15 años podría cerrar la brecha del déficit de infraestructura social y de servicios básicos, si lo combinamos con la planificación participativa y el control social, el resultado debía ser óptimo, todo se desvirtuó muy pronto y nos quedamos en un círculo vicioso que nos alejó de las metas.

Durante el tiempo de Evo gracias a la nacionalización y al crecimiento exponencial de la recaudación impositiva hubo otro gran impulso en los ingresos municipales uno a través del IDH y también de la co participación tributaria, pero además se multiplicaron programas de fortalecimiento al desarrollo de la infraestructura y la cobertura de servicios básicos en los territorios municipales: Evo Cumple, Fondo Indígena, Mi Agua en todas sus versiones, Gas domiciliario, Alcantarillado Sanitario, etc. Esto sin duda impulsó la gestión municipal a ritmos de inversión nunca alcanzados antes ni después.

Si bien esta última política aceleró el acceso de los habitantes a servicios e infraestructura, esta abundancia trajo consigo como efecto colateral el adormecimiento de las capacidades municipales, flojera fiscal y poca iniciativa a la hora de diversificar la visión de desarrollo más allá de la inversión tradicional, hoy los municipios se encuentran con otra realidad, los nuevos alcaldes han encontrado disminuidos los ingresos por transferencias, bajo nivel de recaudación de recursos propios, catastros inexistentes u obsoletos, pero además ausencia total del municipio como actor principal del desarrollo económico local, el debate en la construcción de los PTDI hoy está arrimando las conclusiones al rol productivo e interacción en la economía local para aprovechar oportunidades.

En este escenario es que la planificación debe construirse, desafía rápidamente a los gobiernos locales a construir canales de comunicación directo con la sociedad para que esta visibilice la nueva realidad, con esa comprensión visualice el rumbo que debe tener el municipio en los próximos años y oriente una estructura funcional de los municipios, hay que seguir desarrollando los servicios sociales y servicios básicos, pero la maquina municipal también debe transformarse en un promotor de economía local, este ciclo de planificación debe tener bien caracterizado el territorio en todos sus componentes, claramente definida en base a esa caracterización la visión de desarrollo y la combinación integral de todos los factores que hacen al mismo.

Si bien el municipio debe generar condiciones para que la inversión pública y privada gravite hacia el territorio y genere temperatura en la economía local, su principal tarea es promover la inserción comunitaria en las cadenas productivas de forma articulada y estructurada, teniendo predefinido el horizonte productivo captar la atención de los programas nacionales que puedan impulsarlo para que estos tengan impactos sostenibles, está claro que el diagnostico nos orientará sobre las asimetrías que existen y las ecualizaciones que hay que tomar en cuenta para la implementación de las acciones, es evidente que el municipio debe transformar sus estructuras funcionales para estar acorde al nuevo momento, habrá probablemente mayor presencia de agrónomos, veterinarios, técnicos industriales, economistas, etc. y un poco menos de abogados y auditores.

El autor es analista político.

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