Regresar no es rendirse: ¿Cómo retornar al país natal después de emigrar?

El proceso para superar el duelo migratorio no es lineal y depende, en buena medida, de las condiciones en las que se haya producido la vuelta a la nación de origen.

Si desapareciera más de la la mitad de la población de América del Sur sería posible entender la cantidad de personas migrantes que hubo en el mundo en 2020, según el informe más reciente de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Para entonces, en plena crisis sanitaria por el coronavirus y sus respectivas restricciones, se contabilizaban 281 millones de personas migrantes; es decir, 63,5 % de los 442 millones de habitantes de Suramérica. 

La aritmética, sin embargo, no deja ver algo más complejo: la historia detrás de cada uno de esos movimientos, la biografía de los desarraigos y el duelo que viene aparejado a la decisión de dejar la tierra de origen por otra. Esa realidad, que no da titulares, se esconde detrás de las «alarmantes» cifras de migrantes, refugiados, asilados, deportados y repatriados, que figuran en los anuncios de los líderes políticos, independientemente de su signo ideológico.

Para muchos migrantes, el regreso a su país de origen no es tan sencillo como tomar un vuelo de vuelta. La reintegración implica mucho más que la simple vuelta al hogar: es un proceso complejo de adaptación social, económica y emocional.

De los retornados se habla poco. Los que vuelven después de un proceso migratorio «fallido», no solo cargan con el peso del desarraigo del país de origen que dejaron una vez, sino con la certeza de que su tierra natal no es la misma.

El psiquiatra Joseba Achotegui, en su libro ‘La inteligencia migratoria’, destaca que «el regreso del inmigrante es, a su vez, una nueva migración», por lo que la persona que retorna vuelve a experimentar las fases de un duelo, aunque con un agravante: si está asociado al fracaso, implica un grado superior de dolor.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) define la reintegración como la reincorporación de una persona en su sociedad de origen, permitiéndole participar nuevamente en la vida cultural, política y económica del país.

No obstante, ese regreso puede venir acompañado de varios desafíos:

  • Choque cultural inverso: Quienes han vivido fuera por mucho tiempo pueden sentir que su propio país ha cambiado o que ellos mismos ya no encajan en su comunidad de origen.
  • Reconstrucción de redes de apoyo: Durante la ausencia, las relaciones familiares y de amistad pueden haber mutado, una cuestión que podría dificultar la readaptación.
  • Desafíos laborales: Muchos retornados enfrentan dificultades para encontrar empleo, ya sea por la falta de oportunidades, la no validación de sus estudios o la discriminación.
  • Estigma y prejuicios: En algunos casos, los migrantes retornados son vistos como fracasados o estigmatizados por haber vivido en el extranjero, lo que puede generar barreras para que el proceso de reintegración sea más sencillo.
  • Impacto emocional: La ansiedad, el estrés y la depresión pueden surgir debido a la incertidumbre, la falta de apoyo o la percepción de fracaso.
  • Dificultades para los niños y adolescentes: Aquellos que han crecido en el extranjero pueden enfrentar problemas de adaptación al idioma, la cultura y el sistema educativo de su país de origen

FUENTE : RT