El debate sobre el supuesto adoctrinamiento mediante los textos de aprendizaje ha llegado a su punto más bajo con la intervención de Carlos Valverde. Ha reemplazado argumentos con insultos. Lo sorprendente de todo esto es que pretende interpelar al Ministerio de Educación con un lenguaje tan propio de él, vulgar, soez, grosero y malcriado. Imposible pedirle que se dé cuenta de ese despropósito. Pretende descalificar las capacidades de otros cuando no tiene la inteligencia para comprender que solo insulta, aquel que no tiene argumentos. Es pues el más prominente representante de cierta prensa cloaca. Evidentemente, la que sólo tiene el insulto por argumento no tiene mejor ubicación que esa.
Valverde no ha comprendido el debate que tuve días atrás con un periodista potosino. Escuchando su lenguaje, uno comprende por qué no tiene capacidad de entender. El periodista potosino y mi persona nos enfrascamos en un debate sobre el carácter del golpe de Estado. El periodista afirmaba que es un asunto jurídico, yo le repliqué que el asunto del golpe no es jurídico, más bien es político. De esa mi afirmación, deduce Valverde que yo estuviera reconociendo que introducimos el tema del golpe en los textos de aprendizaje con motivaciones políticas. O sea, no entendió nada.
Ahora bien, entrando en el tema, tuvimos controversia con el periodista de la Villa Imperial sobre la definición de golpe de Estado (esa entrevista fue presentada cortada, editada y descontextualizada). Por mi parte, no me aferro a alguna definición de Golpe en específico y prefiero una caracterización general. Se debe a que las definiciones de todos los conceptos en las ciencias sociales son variadas. Revise usted, amable lector, una selección que usted mismo haga, de la bibliografía que vea conveniente, sobre el concepto y encontrará una variedad inmensa. Eso no quiere decir que una sea verdadera y otra falsa. Simplemente, las definiciones son herramientas teórico metodológicas que sirven a los cientistas sociales para estudiar la realidad y utilizan variedad de ellas porque su perspectiva y enfoque son distintos. Eso, y nada más que eso, son las definiciones. Mi criterio es que un golpe de Estado implica un desplazamiento de fuerza para retirar del poder a un gobierno determinado. Lo clave aquí es el uso de la fuerza. Por eso es que Valverde se equivoca de cabo a rabo centrando el asunto en la reunión en la Universidad Católica y más ridículo aun sustentándose en el informe de la conferencia episcopal, es decir de quienes participaron en el golpe.

Respuesta a Carlos Valverde sobre el supuesto adoctrinamiento
18 enero 2023

Por: Carlos Echazú Cortéz/
El debate sobre el supuesto adoctrinamiento mediante los textos de aprendizaje ha llegado a su punto más bajo con la intervención de Carlos Valverde. Ha reemplazado argumentos con insultos. Lo sorprendente de todo esto es que pretende interpelar al Ministerio de Educación con un lenguaje tan propio de él, vulgar, soez, grosero y malcriado. Imposible pedirle que se dé cuenta de ese despropósito. Pretende descalificar las capacidades de otros cuando no tiene la inteligencia para comprender que solo insulta, aquel que no tiene argumentos. Es pues el más prominente representante de cierta prensa cloaca. Evidentemente, la que sólo tiene el insulto por argumento no tiene mejor ubicación que esa.
Valverde no ha comprendido el debate que tuve días atrás con un periodista potosino. Escuchando su lenguaje, uno comprende por qué no tiene capacidad de entender. El periodista potosino y mi persona nos enfrascamos en un debate sobre el carácter del golpe de Estado. El periodista afirmaba que es un asunto jurídico, yo le repliqué que el asunto del golpe no es jurídico, más bien es político. De esa mi afirmación, deduce Valverde que yo estuviera reconociendo que introducimos el tema del golpe en los textos de aprendizaje con motivaciones políticas. O sea, no entendió nada.
Ahora bien, entrando en el tema, tuvimos controversia con el periodista de la Villa Imperial sobre la definición de golpe de Estado (esa entrevista fue presentada cortada, editada y descontextualizada). Por mi parte, no me aferro a alguna definición de Golpe en específico y prefiero una caracterización general. Se debe a que las definiciones de todos los conceptos en las ciencias sociales son variadas. Revise usted, amable lector, una selección que usted mismo haga, de la bibliografía que vea conveniente, sobre el concepto y encontrará una variedad inmensa. Eso no quiere decir que una sea verdadera y otra falsa. Simplemente, las definiciones son herramientas teórico metodológicas que sirven a los cientistas sociales para estudiar la realidad y utilizan variedad de ellas porque su perspectiva y enfoque son distintos. Eso, y nada más que eso, son las definiciones. Mi criterio es que un golpe de Estado implica un desplazamiento de fuerza para retirar del poder a un gobierno determinado. Lo clave aquí es el uso de la fuerza. Por eso es que Valverde se equivoca de cabo a rabo centrando el asunto en la reunión en la Universidad Católica y más ridículo aun sustentándose en el informe de la conferencia episcopal, es decir de quienes participaron en el golpe.
¿Cuáles paramilitares?, ¿qué casas incendiaron?, se pregunta. Es decir, el periodista no se ha enterado que grupos paraestatales (así los llama el informe de la GIEI) incendiaron la casa de Víctor Borda quien, como presidente de la Cámara de Diputados, estaba en la lista de sucesión constitucional. ¿Y todavía tiene la desfachatez de acusar a otros de ignorancia? También incendiaron la casa de Rubén Medinacelli, vicepresidente de la Cámara. Lo mismo hicieron con la casa de César Navarro, entonces ministro de Minería y Metalurgia. Otro tanto hicieron los paramilitares con la casa de Víctor Hugo Vásquez, entonces gobernador de Oruro. Ese desplazamiento de fuerza, en combinación con el motín policial, constituyen el golpe. Así también lo demuestra la subordinación de las Fuerzas Armadas a Jeanine Añez antes de que asumiera. Lo demás son corolarios del golpe; la autoproclamación en recinto parlamentario vacío, por ejemplo.
Lo de Víctor Borda es clave para comprender el golpe, pues mediante esa acción mafiosa (la quema de su casa y el secuestro y tortura de su hermano) hicieron a un lado a quien estaba en la lista de sucesión constitucional. Mientras torturaban a su hermano, le llamaron por teléfono amenazando con matarlo, si no renunciaba. ¿Qué más prueba que esa?
Por increíble que parezca si hay más pruebas que esa. A estas alturas, cuando ya se ha descubierto que Camacho depositó fondos en la cuenta del general Terceros, pretender que no hubo golpe de Estado es tratar al pueblo boliviano y, por ende, a los estudiantes, como si fuéramos tontos. Si esos depósitos no están enmarcados en un golpe de Estado ¿cómo se los explica? Aquí entra la discusión del adoctrinamiento: ¿quién es el que pretende adoctrinar a alguien?, ¿el que le dice la verdad o el que lo trata de tonto?
Las pruebas del golpe están en todas partes. Algo que la derecha jamás menciona son las masacres de Sacaba y Senkata. Ese silencio es racista, porque como no se lo menciona, significa que no tiene importancia, es decir la matanza de gente humilde es tan insignificante para ellos que no merece mención.
Pues sí tiene importancia, es parte esencial del golpe porque implica el aplastamiento de la resistencia al golpe. Si no hubieran acometido esas masacres, el golpe no se hubiera consolidado. Eso que ellos llamaron “pacificación”, era la paz de los cementerios. La pregunta es ¿si no fue Golpe, por qué tuvieron que matar a tanta gente?
Sostengo que Valverde es falso, porque pretende, con su discurso muy exaltado, mostrar convicción en lo que dice. No hay tal. Es muy fácil salirse de sus pantalones y gritar frente a una cámara. Si realmente creyera en lo que dice, y su indignación fuera genuina, tratándose de un asunto de interés público, muy bien podría instaurar la demanda de la que habla. ¿Por qué no lo hace? Porque sabe que las pruebas del golpe están regadas por todo lado. Su berrinche no es más que un teatro grotesco y repulsivo.
Su falsedad también se muestra en su pretensión de estar preocupado por los niños y jóvenes. La pregunta es ¿puede un personaje, como él, que estuvo preso por narcotráfico, estar genuinamente preocupado por los niños? Una vez más, cito al presidente mexicano AMLO y digo “fuera máscaras ¡¡¡
Ahora El Pueblo