Carlos Bleichner Delgado
Hay muchas situaciones para las que no hay palabras.
Quiero retar al límite de lo que las palabras puedan dar. Quiero encontrarme un poquito más cerca de lo que nombro; no satisfacerme sólo con el hecho de nombrarlo. Hoy no quiero palabras. Quiero perderme en el abismo de lo nombrado. Hueso. Hijo. Esfuerzo. Tripa. Rose. Muerte. Recuerdo. Pómulos. Abuelo.
Hoy estoy cansado de hablar; no estoy cansado de querer.
Si no me hierve la sangre antes o mientras escribo; no lo escribiré. Quiero hablar con mi panza; con mi centro. Que este escrito sea como actuar.
Al actuar, si dices cosas; pero no las crees, no estás hablando estás tirando texto. No quiero tirar texto. Quiero saborear las palabras. Hacerme cargo. Habitarlas. Esto no quiere decir que satisfagan. La satisfacción podría ser un tipo de muerte.
¿Cómo te sientes cuando callas?
¿Qué aparece en los silencios que habitas?
Solemos tirar cantidades de texto bien boludas.
No se trata de controlar lo que dices. Horrible ser policía de mí mismo. Se trata de ir asumiendo. Asimilando. Como una planta el sol. No necesariamente entendiendo. A veces implica una cocción a fuego lento y a veces es una vorágine de palabras atropelladas con simultaneidades de sentidos aglutinados.
Es más importante lo que no se puede decir. Lo que no se dijo. Lo que no tenemos el coraje de hacer palabra hablada. Ahí está la vida. Se percibe mejor. Se comunica mejor.
Es también muy hermoso ser hablado por otre. Bajar la cabeza de vez en cuando.
Hay días, hay situaciones que (para alguien) no son para hablar.
El autor es actor.