La vice como una de las feas artes

Por José Luis Exeni Rodríguez

—“Este es nuestro candidato a la Vicepresidencia, es doctor en economía, experto en proyectos de desarrollo y en administración pública, especialista en finanzas, ha sido ministro, bla, bla…”, dice el candidato 1 disfrazado de doctorcito señalando al candidato 2 disfrazado de doctorcito. Idénticos.
—“A ver. ¿Cuánto cuesta el pan?”, les pregunta una mujer de pollera con cinco niños y un perro flaco.
—“Yo prefiero los pasteles”, responde el flamante candidato a la vicepresidencia mientras levanta la mano.
Así retrata Al-Azar, en sus “Documentos desclasificados”, el binomio presidencial de la alianza Unidad. El vice de Samuel cumple sobradamente con el perfil y términos de referencia para un alto cargo en el Banco Mundial.

Poco antes, el candidato Jaime presentó a su hombre para la Vicepresidencia, a la sazón dueño de ese extraño partido llamado Nueva Generación Patriótica (NGP). Lo exhibió/defendió más o menos así: No sabrá casi nada, pero es exitoso.

Está además el candidato a vice del candidato presidencial Rodrigo, cobijados en la sigla PDC, que hasta el viernes pasado seguía en subasta. ¿Sus credenciales? “Un boliviano joven que trabaja desde los 18 años”.

El cuarto candidato vicepresidencial en carrera acompañará a Tuto en la alianza Libre. Es un experto en startups. En su primera declaración, prometió salvar Bolivia y cambiar el Estado… ¡con una aplicación! Tremenda apuesta digital.

Y acaba de cerrarse el binomio presidencial del incautado MAS-IPSP. Las dirigencias sociales pueden mutar de “binomio único” en menos de 24 horas. El nuevo candidato es Eduardo, como garante de orden, paz y ¿trabajo? Su vice proviene de la CSUTCB.

Ninguno de los cinco candidatos proclamados hasta ayer a la Vicepresidencia está mal. Cada uno tiene lo suyo. Ninguno proviene de la vieja política. Son emprendedores en diferentes campos. Parecen bien intencionados. Pueden renovar. Etcétera.

El problema es que el cargo por el cual compiten implica conducir, nada menos, la Asamblea Legislativa Plurinacional. No es un organismo de crédito, ni una empresa constructora, ni un hotel, ni una Netcomidas, ni un sindicato. No es un ministerio. Los cinco están lejísimos del lugar, destrezas y lógicas que les tocaría sostener. Sin contar que hablamos de una Asamblea fragmentada, con previsible congregación de minorías y, por tanto, necesitada de pactar.

Está asimismo el hecho de que algunos vices se parecen mucho a sus candidatos presidenciales. Dos décadas después, la complementariedad no cabe en su parcela de país.
¿Algo más? Los cinco candidatos son hombrecitos, por supuesto. La buena idea del binomio paritario tendrá que esperar.