De Vladi Mendoza Manjon
El «Laboratorio de Crecimiento» (Growth Lab) es un centro académico de Harvard dedicado a la investigación y propuesta de políticas económicas. Su presidente es el venezolano Ricardo Haussmann, quien fue Ministro de Planificación del gobierno de Andrés Pérez. Su gestión se caracterizó por aplicar un ajuste económico severo en base a privatizaciones que provocaron un levantamiento popular conocido como «Caracazo».
El «Laboratorio» dirigido por Haussmann informa que gracias a una «generosa donación» del empresario Marcelo Claure está desarrollando, desde enero de este año, un diagnóstico de la crisis acompañado de propuestas de políticas públicas. Lo de Harvard es una reunión de orientación estratégica para implementar políticas de Estado. En la página web del «Laboratorio» neoliberal de Haussmann, se puede encontrar documentos relacionados al «síndrome de crecimiento» en Bolivia y proponen:
1) Aplicar una «respuesta fiscal», o sea achicar la inversión pública.
2) «Maximizar el acceso al financiamiento externo», esto es, colocar la cabeza en la horca de la deuda externa.
3) Establecer «respuesta monetaria», léase devaluación.
4) Diversificar la producción poniendo a la cabeza a los empresarios privados exportadores.
De conjunto, todo esto es un refrito de las clásicas recetas del neoliberalismo, aplicadas como un dogma en los ochenta/noventa y cuyo principal resultado fue destruir la industria nacional y llevar la pobreza extrema al 45% de la población.
Con el fin de escuchar (y luego aplicar) el catecismo económico de los ricos, Claure congregó a quienes considera como el personal deseable para gobernar Bolivia, es decir, a todo el arco político derechista (Tuto, Doria, Eva Copa, Manfred, Dunn). Al factor político de la ecuación sumó el poder económico oligárquico. Viajaron también Cristóbal Rodas, uno de los potentados que maneja la producción de etanol y por ello, responsable de la depredación del bosque amazónico; Jorge Arias, empresario agroindustrial; Carlos Kempff, de la patronal aceitera, de quien debiéramos acordarnos cada vez que preguntamos el precio del aceite de cocina.
La ecuación no estaría completa sin la cáfila de voceros que el poder económico y político precisan. Por eso también están presentes Henry Oporto de la Fundación Milenio y miembros de la derecha comunicacional como Sayuri Loza, Andrés Gomez y Gonzalo Chavez.
Para que la ecuación funcione, los profesionales de la política, importa poco su sigla, se encargarán de las políticas de privatización, de endeudamiento externo y de hambreamiento generalizado. Los tiktokers y opinadores virales, de convencernos que ése es el único camino. Y los otros, de contar los beneficios, porque el ajuste neoliberal no es otra cosa que agrandar la bolsa de los ricos a costa de la pobreza nacional.
Pero hay una escala más arriba en la pirámide social del capitalismo salvaje: los dueños de verdad del festín denominado «libre mercado». El súper Estado reunido en Harvard no sería tal si no estuvieran presentes directivos del Banco Mundial; de la Gas Energy que maneja los negocios de hidrocarburos en América; directivos de la Lithium-Argentina, una empresa privada que tiene el punto de mira en Uyuni.
