Chile: Se abrió el sendero

Andrés Huanca Rodrigues

La victoria de Gabriel Boric en las elecciones presidenciales de Chile llegan con una gran carga de esperanza y alivio para la mayoría de los votantes chilenos, como de otros países latinoamericanos. No en vano en su primer discurso tras las elecciones, Boric selló su victoria con la frase “la esperanza le ganó al miedo”, en referencia a la campaña de terror desplegada por el candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, que en base al temor al comunismo, terrorismo, migración, feminismo, disidencia sexual, pretendía imponerse en los votos.

“Esperanza” pues, en las promesas de transformación social en uno de los países más desiguales del mundo. Pero por otro lado, seguro no habrán pocos que recuerden que también la “indignación el ganó al miedo”, en relación a que la victoria de Boric es también hija de la verdadera madre de este periodo en Chile, la gran sublevación antineoliberal de octubre del 2019. De allí que uno de los signos más celebrables de esta posesión es que, hasta donde sabemos, acompañará a sus otras hermanas, la Convención Constitucional -escenario en donde se tienen posibilidades concretas de cambios estructurales-, y las importantes victorias de una izquierda renovada, como de Irací Hassler del Partido Comunista (PC), en las elecciones de alcaldes, concejales y gobernadores en mayo, ocasión en la que se le da oportunidad a la nueva izquierda de demostrar que también puede hacer gestión eficiente con justicia social en grandes ciudades como Santiago. En síntesis, los comicios de este domingo muestran que la energía transformadora de la sublevación de octubre sigue su curso, frente a las dudas que levantaba la victoria en primera vuelta de Kast y que de haber ganando la segunda de seguro habría puesto una furibunda resistencia a esta, limitando necesariamente sus alcances.

No obstante, es importante resaltar que ser parte o resultado de la sublevación popular, no es lo mismo que ser toda la sublevación popular. Así como el movimiento popular chileno que se levantó por la alza de precios del metro el 2019 supone una heterogeneidad de criterios de transformación, agendas y formas de protesta, así también es la izquierda dispuesta y es capaz de llevar a cabo su lucha por la vía electoral. Boric llega como candidato de una coalición de izquierda heterogénea, el pacto “Apruebo Dignidad”, que a su vez tiene entre sus principales fuerzas otras coaliciones como el “Frente Amplio”, que dispone a Boric como candidato, y por otro lado, “Chile Digno”, que tiene entre sus protagonistas al PC. Y llega a la candidatura de esta coalición de diversas izquierdas, por ejemplo, con duras críticas a procesos revolucionarios como el cubano, e incluso solidarizándose con las movilizaciones de este año en contra del presidente Miguel Díaz-Canel. Al contrario de su rival en ese momento, el candidato del PC, Daniel Jadue. No obstante, así y con diferencias relevantes, ambas y otras fuerzas, entre las cuales es destacable el feminismo, conformarán el nuevo gobierno chileno.

De allí que se tiene que ser minucioso en el balance. La heterogeneidad programática entre izquierdas que componen el gobierno auguran disputas y diferencias en su seno, rasgo común en las estrategias “frente-amplistas”. Por otro lado, vistas las posturas vertidas en otras ocasiones por Boric sobre la región latinoamericana, no debería sorprender a otras izquierdas el desentono ocasional del nuevo presidente chileno con la linea de algunos gobiernos como el venezolano, cubano e incluso boliviano. Sin quitar que el nuevo gobierno chileno supone un alivio y esperanza para Bolivia, ahora que pasaron las amenazas supremasistas de Kast de construir una zanja que evite que bolivianos migremos al país vecino, y que Boric condenó sin tapujos el golpe de Estado en contra de Evo Morales, pensar que Boric se alineará sin pensarlo con los herederos directos de la primera oleada progresista parece por el momento ingenuo.

Con todo, el conflicto y disputa en la izquierda chilena no es un pájaro de mal augurio. Lo contrario. Continuando con el impulso transformador de la sublevación popular chilena del 2019, el polo de discusión de qué Chile quieren los chilenos se ha pasado a la izquierda del debate social y político. La elección de Boric al frente de la izquierda en esta coyuntura era inevitable, y la izquierda chilena supo discernir eso cuando le dio una victoria nada apretada frente a Jadue. El candidato del PC, fácilmente hubiera sido derrotado en el Chile de hoy por la derecha moderada. La capacidad de Boric de ser aceptado en el centro político que quiere cambios pero que todavía teme al comunismo fue clave en la segunda vuelta. Sin embargo, no debería ser despreciada para la demás izquierdas el efecto de “mover el tablero” del ascenso de este centro izquierda; porque no es lo mismo que la avanzada estatal esté marchando hacia el fascismo y la izquierda en la resistencia que clama por un mínimo de derechos, que la disputa política e ideológica tome como centro de gravedad la izquierda y centro izquierda. Allí un segundo aspecto celebrable de esta elección, más allá de que se posesione a un nuevo presidente, las diferentes vertientes de izquierda y resistencia también crecen en “la hija predilecta del neoliberalismo”, tanto en puestos políticos y de gestión, como a nivel cultural en un nación que se muestra más receptiva a sus argumentos, debates y propuestas. Por eso, como suele suceder con el “frente-amplismo”, se abre una nueva arena política en el mismo frente con vistas a determinar qué tendencias encabezarán las próximas coyunturas. Claro, siempre con la amenaza de que los errores y resultados insuficientes provoquen el temible movimiento pendular hacia la derecha, todavía armada mediática, política y económicamente.

Por eso no estamos aún frente a las alamedas de las que habló Salvador Allende, o peor ante el “temible comunismo” del que habla la derecha internacional. Lo que sí, pienso que se abrió un nuevo terreno de lucha, en medio un proceso innegable de avanzada de la heterogénea izquierda latinoamericana: Definitivamente, se abrió el sendero.

El autor es antropólogo.

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