Joaquin Mayorga
El PIB de la economía boliviana está creciendo en 2021. Esa es una buena noticia. Sabemos que el PIB es la medida incompleta del bienestar de la población de un país, pues no toma en cuenta la degradación ambiental ni la distribución del ingreso. Pero si miramos el PIB per cápita, podemos obtener información aproximada de mortalidad infantil, esperanza de vida, calidad de la educación y otras variables que reflejan el bienestar de la población de un país.
Hay razones para creer que la tasa de crecimiento del PIB tiene influencia sobre los resultados electorales en Bolivia en años recientes pues Evo obtuvo mayores votaciones en elecciones presidenciales en años con tasas de crecimiento mayores. Esta es una correlación, pero que dos cosas estén correlacionadas no quiere decir que una cause a la otra. Exploremos la idea en detalle.
Podemos pensar en un modelo sencillo de los votantes bolivianos. En este modelo, los electores estarían interesados en una característica clave de los candidatos: la postura de los contendientes con respecto al proyecto nacional-popular. Los votantes estarían distribuidos a lo largo de una línea recta según esas preferencias. En el extremo pro nacional-popular de la distribución, se encontrarían miembros de sindicatos agrarios o el Pacto de Unidad. En el extremo opuesto de la distribución, observaríamos a electores anti nacional-popular, tales como los protestantes que asisten a manifestaciones de comités cívicos.
En esta ilustración simplificada, los votantes al medio de la distribución no tendrían preferencias fuertes por lo pro o anti nacional-popular. Para estos votantes, la característica clave de los candidatos sería la calidad de la gestión, medida aproximadamente por el crecimiento económico.
Dos piezas de información del municipio de Cercado, Cochabamba apoyan esta hipótesis. Luis Arce y Manfred Reyes Villa obtuvieron mayoría absoluta en las elecciones presidenciales de 2020 y la municipal de 2021 en Cercado, Cochabamba, respectivamente. Eso implica que un porcentaje de los electores votó por Arce en 2020 y Manfred en 2021. Arce y Manfred se encontrarían en extremos opuestos de lo nacional-popular, pues sus partidos o agrupaciones tienen posturas opuestas con respecto al conflicto de Cochabamba de enero de 2007, donde el MAS apoyó a los protestantes rurales y Manfred a los urbanos. Pero Arce está asociado al crecimiento y estabilidad económica de las presidencias de Evo, y Manfred a la percepción de su productividad como alcalde en los años 90. Ambos tienen en común que proporciones grandes del electorado perciben sus gestiones pasadas como exitosas.
Si el PIB crece a las tasas proyectadas por el FMI, la economía boliviana compensará las pérdidas de 2020 hacia finales de 2022. Por un lado, las exportaciones de minerales y productos no tradicionales están creciendo según sus tendencias pre COVID-19, y las exportaciones de hidrocarburos y la tasa de desocupación se están recuperando. Por el otro, el sector público continúa con déficits altos por sexto año consecutivo. La deuda pública como proporción del PIB ronda el 60%, un nivel manejable en el corto plazo pero, si el endeudamiento público continúa al ritmo actual, problemático en el mediano plazo. Si el sector exportador continúa creciendo y los proyectos de inversión pública son suficientemente exitosos en promedio, el déficit fiscal se reducirá.
Esa es la apuesta de la administración de Luis Arce con respecto a la economía. Y los votantes que no tienen preferencias fuertes por lo pro o anti nacional-popular probablemente evaluarán positiva o negativamente la presidencia de Luis Arce de acuerdo a los resultados de la gestión económica.
El autor es economista.