Precariedad laboral en la cultura

Amalia Canedo

Nunca podemos llegar a un consenso general sobre las necesidades que debemos exigir al Estado que se garantice para el ejercicio responsable y visible de los trabajadores culturales en algo que sí quedamos casi la mayoría o todos de acuerdo es en la urgencia de la promulgación de una ley marco de culturales que nos ayude a desarrollar a más profundidad cada área y cada requisito particular, vengo ejerciendo el rol de gestora cultural de forma empírica alrededor de 18 años y en todo este tiempo de ejercicio laboral hemos tenido muchas más reuniones y encuentros para poder llegar al puerto final de promulgación de una ley que nos ampare pero entre intereses particulares y desinterés de los legisladores llamados a proteger(nos) nunca se ha logrado llegar al mandato colectivo.

– ¿Nos desmotiva?- Muchas veces podemos pensar que tirar la toalla en este oficio es de las constantes que nos atormentan en las noches de mayor insomnio pero este rol suele atraparte hasta cuando vas a decidir salirte de la ruta , es un constante tiro al abismo en el que, el que salta nunca termina de caer pero que en la caída libre está la adrenalina, entonces despertamos con la sensación de que el corazón se nos sale y que nuestro aliento está demasiado acelerado, eso amigues nos pasa todos los días cuando construimos proyectos y cuando vamos dándoles forma , vivimos con adrenalina constante, falta mucho camino por transitar para que nuestro país tenga un legado cultural legalmente protegido porque no estamos construyendo la balanza que nos ayude a equilibrar nuestros objetivos , nuestros sueños y la realidad que tenemos como sociedad.

Cada oficioso independiente que realiza la rama cultural en sus diversas manifestaciones lo realiza desde un sentido de compromiso con sus ilusiones y el deseo por supuesto de construir un presente digno en un país que todo el tiempo mina los caminos, ahí solemos tratar de bailar siempre sobre la punta de nuestros dedos tratando de evitar ese explosión que nos pueda acallar…

La gestión cultural como ejercicio de utopías conduce a seguir andando, seguir soñando y a pesar de que casi nunca la gestión pública está abierta a recibir nuevos sueños, la caminamos desde nuestras posibilidades, muchas veces limitadas.

Abrimos territorios de encuentro con la ilusión de que desde el pequeño espacio cultural podamos contribuir al diálogo, el encuentro y el reconocimiento de quiénes somos y quien nos habita pero la falta de interés gubernamental traducido en verdaderas políticas públicas a favor de cultura sean reales y no simplemente eventuales, la eterna burocracia cultural, la falta de sensibilidad gubernamental, va mutilando las esperanzas , aún ahí cada día aparece un nuevo loco que está convencido de que la cultura sana y recompone el tejido social que siempre está a punto de reventar porque nuestra Bolivia vive una crisis de identidad profunda que siempre pone en riesgo los sueños de construcción colectiva.

Para cerrar este nuevo escrito podemos decir que hay que dejar de ver al Estado como facilitador de recursos económicos para realizar actividades eventuales y comenzar a cuestionar cual es nuestro rol como gestores de cultura dentro de nuestra sociedad. -¿qué deseamos dejar como legado a as futuras generaciones bolivianas?-

La autora es gestora cultural (de alasitas).

Autor