Xiomara Castro, y cómo cambió la izquierda hondureña en estos 12 años fuera del poder

María Constanza Costa

El partido LIBRE ganó las elecciones celebradas el domingo pasado, en el segundo país más pobre de América Latina. La violencia, los desastres naturales y la migración son los principales problemas que enfrenta una sociedad que, 12 años de que Mel Zelaya fuera desalojado del poder por un golpe de Estado, vuelve a apostar a una salida por izquierda.

El discurso de Xiomara Castro al finalizar la jornada electoral, cuando los sondeos comenzaban a marcar una tendencia irreversible, fue conciliador. Castro pronunció palabras en alusión a la paz, aseguró que no tenía enemigos y convocó al resto de los partidos a trabajar por Honduras.

Xiomara consolidó su liderazgo cuando se puso al frente de la resistencia al golpe de Estado, que las fuerzas armadas y un sector del Partido Nacional llevaron a cabo contra su marido Mel Zelaya. En 2009, de madrugada y en piyama, Mel Zelaya fue sacado a la fuerza de la residencia presidencial por un grupo de militares. El hecho fue repudiado por las democracias de la región y se transformó en un parte aguas dentro de la sociedad hondureña. 

Durante su mandato Zelaya había defendido la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente para poder introducir reformas necesarias en el país. El ingreso al ALBA y su cercanía con Hugo Chávez le valieron, al entonces presidente del centrista partido Liberal, el rechazo de los sectores de derecha. El fantasma del “chavismo” y un posible giro “comunista” penetraron en la opinión pública para generar adhesión al golpe. El rol de las fuerzas armadas fue clave para derrocamiento del presidente y el comienzo de la hegemonía del Partido Nacional.

Si bien el movimiento de resistencia no logró el regreso del presidente al gobierno, consolidó una herramienta electoral. El partido Libertad y Refundación (Libre) que se fundó en 2011, buscó romper con el bipartidismo en Honduras. En 2013 Xiomara se presentó como candidata a la presidencia y fue derrotada por José Orlando Hernández. En 2017 declinó su candidatura en favor del frente de unidad “Alianza de Oposición contra la Dictadura entre Libre y el Partido Innovación y Unidad”, que escogió como candidato a Salvador Nasralla. Las elecciones de 2017 le dieron un nuevo triunfo a Hernández, pero estuvieron teñidas de denuncias de fraude y violencia.

En los 12 años que siguieron al golpe Honduras se transformó en uno de los países más violentos de la región. A la violencia de las maras y los narcos, se sumaron los ataques por parte del gobierno o grupos paramilitares al servicio del Estado, a los lideres de movimientos políticos y sociales como una forma de desarticular todo tipo de oposición.

Como suele suceder en la región, el golpe quiso disciplinar a la sociedad, sostener una política excluyente, bipartidista. Este objetivo no pudo ser logrado porque aún en condiciones adversas los hondureños han hecho crecer un nuevo liderazgo, una nueva fuerza política que hoy cosecha sus frutos electorales.

La izquierda hondureña ha vuelto con una agenda recargada promueve un «socialismo democrático» con temas como la legalización del aborto en causales como violación, y está abierta a discutir el matrimonio igualitario. El desafío es construir un Estado presente para disminuir los altos niveles de desigualdad que tiene el país, con mayores oportunidades para los sectores rurales y de esta manera frenar el éxodo de hondureñas y hondureños que huyen en las caravanas migrantes en busca de mejores oportunidades en EE.UU.

Será un compromiso de las democracias de la región estar atentas a la reacción de los sectores de poder hondureños (representados por el binomio Partido Nacional fuerzas armadas) para que la historia no se vuelva a repetir.

La autora es argentina, politóloga y magister en periodismo.

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