¡No somos iguales: La izquierda no es wokismo! | Por: César Trómpiz
En el debate político actual, la derecha, liderada por figuras como Milei y sectores del fascismo estadounidense, ha impulsado una estrategia que busca equiparar a la izquierda con el wokismo. Este intento de mezclar conceptos radicalmente distintos no es inocente: tiene como objetivo desacreditar las luchas históricas de la izquierda —como la justicia social, la igualdad y la lucha de clases— al asociarlas con un movimiento pseudocultural que, aunque comparte algunas causas progresistas, difiere en enfoques, métodos y prioridades. Como advierte la autora Susan Neiman, la izquierda no es sinónimo de wokismo; sus horizontes y fundamentos son completamente distintos. A continuación, exploraremos estas diferencias y desvelaremos la manipulación de la derecha al intentar igualar ambos conceptos. La izquierda: Raíces y horizontes transformadoresLa izquierda tiene sus raíces en la Revolución Francesa, donde los diputados de clases bajas, defensores de ideas radicales, se sentaban a la izquierda del parlamento, mientras los conservadores ocupaban la derecha. Desde entonces, la izquierda ha sido asociada con la transformación social desde la perspectiva de los desfavorecidos. Su objetivo es cambiar las relaciones sociales en todos los ámbitos: político, económico, social y cultural. La izquierda cree con optimismo en el progreso hacia una sociedad más justa, basada en el análisis científico de la realidad a través del materialismo histórico y dialéctico, identificando las contradicciones de clase y luchando por un horizonte cada vez mas justo. En las causas de izquierda se destaca la redistribución de la riqueza, el acceso universal a la educación, la salud y los servicios básicos, la socialización de los medios de producción y el internacionalismo como forma de solidaridad entre los trabajadores del mundo. La izquierda busca una revolución de las clases explotadas, una luche que acabe con el sistema capitalista y construya una sociedad basada en el poder de los trabajadores, el Poder Popular. Como propone Nicolás Maduro: desde la izquierda luchamos por un Estado comunal, democrático, socialista, anticolonial. Su enfoque no se centra en preferencias identitarias, sino en cambiar las bases materiales que sostienen la desigualdad y la explotación. El wokismo: Enfoque en identidades y cultura superficial El wokismo, por su parte, surge en Estados Unidos de las luchas contra la discriminación racial, pero luego es influenciado, secuestrado y dirigido por teorías posmodernas y posestructuralistas. Estas teorías construyen identidades complejas que abstraen al individuo de su condición de clase, enfocándose en su identidad cultural o de género. El wokismo no cuestiona la estructura profunda de la sociedad ni la lucha de clases; en cambio, se centra en la deconstrucción de opresiones, básicamente circunstanciales, basadas en raza, género u orientación sexual. Aunque el wokismo aborda causas de justicia identitaria y combate la discriminación, su enfoque se limita a cambiar normas culturales y discursos dominantes, sin cuestionar las bases económicas de la explotación. No propone una alternativa al capitalismo ni se preocupa por la redistribución de la riqueza. Para el wokismo, es progresista que haya más mujeres o personas sexodiversas en posiciones de poder, sin importar si estas figuras perpetúan la explotación. Su lucha se centra en la superficie cultural, sin aspirar a transformar las estructuras de poder. Diferencias clave entre la izquierda y el wokismo La izquierda se enfoca en la transformación científica de la sociedad, promoviendo revoluciones populares y el cambio radical de las relaciones sociales. El wokismo, en cambio, se limita a cuestiones identitarias y opresiones culturales, basándose en teorías posmodernas y en la deconstrucción discursiva. Mientras la izquierda busca un Estado controlado por la clase trabajadora, el wokismo critica al Estado sin proponer alternativas estructurales. La estrategia de la derecha: Confundir para deslegitimar La derecha, especialmente bajo figuras como Milei, ha encontrado en el wokismo un blanco fácil y difuso para atacar a la izquierda. Al equiparar ambos conceptos, busca desacreditar las luchas por la igualdad y la justicia social, presentándolas como «modas culturales» o «excesos identitarios». Esta estrategia no solo desvía la atención de las desigualdades económicas, sino que también divide a los movimientos progresistas, debilitando su capacidad de acción. Además, la promoción de agendas wokistas por parte de agencias como la USAID o la NED no es inocente: busca alejar a las personas de las causas revolucionarias, llevándolas a enfocarse en luchas que no cuestionan el sistema capitalista. La derecha utiliza esta confusión para presentar una caricatura de la izquierda, reduciéndola a estereotipos como el «lenguaje inclusivo» o la «censura woke», ignorando sus luchas antiimperialistas y antifascistas. No somos iguales La izquierda y el wokismo no son lo mismo. La izquierda busca una sociedad nueva, con relaciones justas y equitativas, mientras que el wokismo se limita a luchas que no cuestionan las bases de la opresión. Aunque el wokismo puede coexistir con sistemas de izquierda o derecha, su agenda sirve mejor al capitalismo al desdibujar las causas económicas y sociales de los pueblos. Es responsabilidad de quienes defendemos la justicia y la igualdad aclarar estas diferencias y no caer en las trampas de la derecha. La izquierda no es wokismo, y permitir que se confundan ambos conceptos es permitir que se borren las verdaderas causas por las que luchamos. César Trómpiz
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